Mejorar las prácticas pedagógicas ha sido y es una preocupación de quienes de manera directa e indirecta se han visto y se ven en la necesidad de acompañar y dar seguimiento (supervisión) a maestros y maestras.
Pues a pesar del tiempo transcurrido desde que se inició el Plan Decenal y lo que conlleva la transformación curricular y el Nuevo Plan de Desarrollo aún queda mucho por hacer.
Sin embargo, esta problemática sólo encontrará eco positivo cuando los maestros y maestras asuman un cambio de actitud respecto a su práctica pedagógica tomando conciencia sobre: qué, para qué, cómo, cuándo, dónde y con qué enseñar (según Matos Moquete, “Situación de Comunicación”, 1999), a través de procedimientos adecuados; evitando así, la realización de actividades improvisadas, sin previa planificación o siguiendo el contenido de un libro de texto.
Por tal razón, se hace necesario:
1ro. Que el o la docente planifique sus actividades diarias; partiendo del currículo y no del libro de texto, éste sólo sirve de apoyo, comprendiendo que planificar es: (de acuerdo con Larissa Pelletier y Rosa D. Oviedo, “Planificación Efectiva de la Labor Docente”, 2003). Prever, es un proceso contínuo que nos permite ver: qué, para qué, cómo, cuándo, dónde y con qué vamos a trabajar los contenidos, sistematizando cada momento del proceso enseñanza-aprendizaje, evitando de ésta manera dar palos a ciegas.
2do. Creando un clima propicio para el aprendizaje de saberes, a través de la organización y adecuación del ambiente y espacio físico en el que intereactúan alumno (as) / maestros (as).
3er. Estimulando la participación activa de los alumnos y alumnas, reconociendo que éstos son los protagonistas del proceso enseñanza-aprendizaje. Por su parte Díaz Barriga y Gerardo Hernández, afirman “El papel del docente no es el de actuar como transmisor o facilitador del aprendizaje, sino como mediador” del encuentro de sus alumnos con el conocimiento, en el sentido de orientar y guiar la actividad constructiva de sus alumnos, proporcionándoles una ayuda ajustada y pertinente a su nivel de competencia. (“Estrategias Docentes para un Aprendizaje Significativo”, 1999).
4to. Ofreciendo la oportunidad a los alumnos y alumnas de prácticar y aplicar el aprendizaje (el que permite hacer, enseña), mediante la realización del trabajo cooperativo y colectivo.
5to. Promoviendo el aprendizaje significativo a través del desarrollo de contenidos pertinentes (de acuerdo con Díaz Barriga y Gerardo Hernández) “La finalidad de los procesos de intervención educativa es enseñar a pensar y actuar sobre contenidos significativos y contextuados”.
Un/a maestro/a capaz es el que permite que sus estudiantes desarrollen al máximo sus competencias, creando situaciones y contexto donde éstos se vean en la necesidad de: analizar y buscar alternativas de solución a problemas del diario vivir, o sea, prepararlos por la vida; no para la muerte.
En virtud de lo antes expuesto, el o la docente debe planificar tomando en cuenta la diversidad, respetando los ritmos de aprendizaje de cada uno de sus alumnos /as.
El docente como orientador y guía del proceso pedagógico tiene que estar a la vanguardia de los tiempos y las innovaciones, implementando y creando estrategias que les permitan viabilizar su práctica de aula.
La autora es maestra de la escuela Filomena Gómez, licenciada en Filosofía y Letras con Post-grado en Lingüística aplicada a la enseñanza de la lengua.