Posiblemente al momento que autoridades de los Estados Unidos apresaban en Puerto Rico al sacerdote Israel Berrìos, acusado de violar sexualmente a niños, el Nuncio Apostólico de su Santidad en la República Dominicana, Jude Thaddeus Okolo, proclamó de manera rabiosa en esta ciudad que basta ya de escándalos en la Iglesia Católica.
La reacción de la más alta autoridad religiosa en el país no tiene desperdicio, si tomamos en cuenta que llama a los sacerdotes y religiosos a fortalecer en la fe y dar buenos ejemplos con su conducta, hoy vapuleada de manera inhumana hasta por personajes de la cúpula de la Iglesia, quién sabe si poseídos por el mismo Diablo.
Deploramos que el representante del Papa Francisco al lanzar su tan justa y valiente proclama, concluyera elevando una plegaria por aquellos sacerdotes que han caído en grandes tentaciones, cuando debió exigirle a las autoridades judiciales aplicarles sanciones ejemplarizadoras, no solo en la República Dominicana, sino en todos los países donde religiosos han violado a niños y niñas.
Siempre se ha predicado que en los Reinos de los Cielos habrá un justo juicio contra los pecadores y pecadoras, pero mientras llega ese divino y justiciero juicio, es de urgencia actuar contra esos depravados que desde la Iglesia Católica o cualquier otra religión, violentan la fe y no desaprovechan oportunidades para ejercer sus instintos sexuales contra menores de edad.
Por la salvación prometida, por el bien de la Iglesia Católica y por la paz que merece la familia dominicana, las aberraciones citadas deben ser erradicadas de raíz, sin importar quienes las poseen en detrimento de la población infantil, quienes merecieron la atención de Jesús, cuando dijo aquella vez. Citamos: “Dejad que los niños venga a mí, y no se lo impidan, porque de ellos será el Reino de los Cielos”.