Hace algunos años, mientras leía un tomo de la historia “Compendio de la historia de Santo Domingo” (4 tomos) de José Gabriel García, Padre de la historiografía dominicana, me topé con varias páginas donde se mencionaba una enorme cantidad de soldados dominicanos con el rango de general, y esto me llamó la atención. Más adelante seguí tropezando con páginas enteras con nombre de más y más generales, y esto me hizo preguntar ¿pero es que en este ejército no había los rangos de coroneles ni mayores, solamente generales?
Al pasar el tiempo me topé nuevamente con un libro, “Gregorio Luperón (Biografía Política)” de Hugo Tolentino, donde el autor da amplias y muy detalladas explicaciones del porqué de esta costumbre, que se inició en el siglo 19 y ha perdurado hasta este siglo 21 (no me gusta escribirlo en números romanos), y nadie sabe hasta cuándo perdurará. Dicen los entendidos (y también los que no lo son) que, en nuestro ejército, o Fuerzas Armadas en general, hay proporcionalmente más generales que en los ejércitos de países tan poderosos como China y los Estados Unidos. Se sobreentiende que todo militar de carrera (de academia) sueña o aspira ascender en el escalafón hasta llegar al grado máximo, que es el de general. Sobre todo, si es un militar que ya tiene más de 30 años de servicio, o más de 50 de edad, y está muy cerca de llegar al sitio soñado.
En la página 308 de la obra mencionada leemos: (al final de la guerra de la Restauración, enero de 1865) “Existía un sinnúmero de generales surgidos de las contiendas civiles, y favorecidos los otros con tales despachos por los gobiernos que se hacían de prosélitos sin ninguna precedencia de servicios ni de práctica militar. Los más sin espíritu de orden y sin ninguna disciplina, vivían y querían seguir sirviendo sin trabajar a costa de Hacienda pública. Esta calamitosa desorganización procedía de (Ignacio María) González y de Cesáreo (Guillermo), que con menguada proclividad quisieron conquistarse partidarios, despachando más de mil (1,000) nombramientos de General. Así, cuando se considere que, al terminar la guerra de la Restauración, en el Ministerio de Guerra, el escalafón militar solamente registraba cuarenta y cinco (45) generales, contando todos los antiguos de la República (1844-1865) y los de aquella memorable guerra, se concibe sin esfuerzo alguno que el régimen de los gobiernos desde la fundación de la República hasta la conclusión de la guerra contra España, era superior en orden y moralidad a los mencionados de González y de Cesáreo”.
Algunos historiadores (y entusiastas) dicen que muchos de estos Generales eran hombres valientes que en su comunidad o alrededores se enfrascaban en fieros combates contras otros que simpatizaban con el caudillo contrario y se destacaron ampliamente en el campo de batalla, mostrando su valentía, y tal vez alguna preparación militar. Sobresalían sobre sus compañeros combatientes y por esto se hacían merecedores del grado de general. Algunos lo lograron en el fragor de una sola batalla, y también se le otorgaba dicho rango. Pero también se dice que algunos llegaron a dicho rango “por ser amigo del caudillo o presidente de turno” lo que significa que el “amiguismo o enllavismo” siempre ha existido.