Yo tenía que escribir algo sobre mi mamá… Difícil. Porque no tengo una mamá común. Mi mamá es enfermera, ¡la mejor!, bueno, para mí y mis hermanos es la mejor. Mi mamá ha superado las peores tempestades, si lo sabemos nosotros (¡jajaja!). Mi mamá dejó los hijos que había concebido lejos con una muy buena compañía, a la que hoy debería rendir un homenaje póstumo también, mami MEÑÉ, nos dejó con ella para buscar un mejor futuro para nosotros, sus hijos.
Mi mamá nos protegió todo el tiempo, a pesar de la distancia siempre sentimos el calor de sus abrazos y sus sabios consejos. Su esfuerzo nunca estuvo orientado a cosas banales ni para ella. Mi mamá nos enseñó a caminar, a desafiar los obstáculos y hacernos fuertes independientemente de las adversidades que la vida trajera consigo.
Mi mamá nos enseñó a soñar e ir tras esos sueños. Nos enseñó a reír, a creer y a confiar. A confiar en que después de las nubes grises, hay un cielo azul que pinta el mundo de un color majestuoso.
Trabaja de sol a sol, aunque tenga la enfermedad más mala de la bolita del mundo (diabetes), siempre tiene una buena cara y una buena intención con todos los que le rodean. No importa cuán barato tenga que comprar las cosas, ni cuantas negativas y pataleos te ponga, al final siempre se solidariza. Esa es mi mamá, se llama: Gladys Paredes. Es una diosa, un ser majestuoso, extraordinario, fuera de lo convencional… me quedo corto, en serio.
Mami tus hijos quieren ser como TÚ!
¡Te amo!
Tu hijo,
Miguel Andrés
