Gritos, querellas, reglamos y críticas es el panorama que la sociedad nos presenta y nos trasmite como el único estilo de vida, pues, ya se ha vuelto costumbre en las calles, en los programas de radio y televisión, resaltar los anti valores y el rumbo funesto que actualmente está afectando a nuestro mundo. Y la frase que sirve de sumario es esta: “hoy estamos viviendo una crisis de valores, donde la familia es la responsable de que esto suceda”.
Un mundo donde todo se convierta en crítico, en investigación de las causas y los efectos que están dirigiendo nuestro planeta hacia al fracaso y a la destrucción. Es un mundo que debe cuestionarse y preguntarse: ¿estoy ayudado con mis ataques a mejor la sociedad?, ¿verdaderamente sé por qué todo está marchando por este rumbo y no por otro? Claro, no es afirmar que todo va bien, que podemos seguir igual, que nada tiene solución. No se trata de eso, sino más bien, de analizar y sopesar si estamos entendiendo y ayudando con nuestras acciones a que nuestra sociedad mejore y cambie de dirección.
Quizás las razones que se han destacado para que todo se transforme y cambie en nuestro entorno no es lo suficiente, tal vez deberíamos ir más a fondo del dilema, pues a veces las cosas no son como parece, no todo es oscuro y dañino como piensan la mayoría o las personas que ya perdieron el sentido global de su existencia, y que se resinaron a vivir como seres con cuerpo sin alma. Objetos andantes que viven de la circunstancia, del momento y de la resignación.
Todos de una manera o de otra hemos formado parte de ese grupo que solo critica, pero que no es capaz de entender y ayudar a la humanidad, pues, no podemos olvidar que todos tenemos problemas, confrontaciones y situaciones que nos marcan y atrofian nuestra vida, y para sentir alivio y paz se suele decir que todo es culpa de las crisis de valores, de la delincuencia, y porque no tenemos gobernantes responsables y coherentes en sus decisiones, y en parte tendríamos la razón porque los casos de corrupción y de indiferencia de parte de las autoridades y personalidades reconocidas de nuestro país son palpables y demostrables.
Ahora bien, ante una situación compleja y confusa como la que estamos viviendo en esta época es urgente y necesario ayudar a fomentar los valores, la justicia, la paz, el orden y todos las virtudes que elevan la dignidad de la persona, porque no nos podemos pasar la vida solo resaltando lo malo y olvidándonos del compromiso que nos corresponde como persona, llamadas a servir, a perdonar y a comprender al otro, puesto que, con una actitud de indiferencia, de rendimiento y de vivir con esa atormentada idea de, sálvese quien pueda, no vamos a llegar lejos. Denunciemos las injusticias sociales pero sin obviar jamás que somos parte de esa sociedad.
P. Luis Alberto De León Alcántara