San Francisco de Macorís – En la comunidad de Estanzuela Abajo, la Escuela Hilma Contreras enfrenta una realidad alarmante.
Los estudiantes asisten a clases en una estructura improvisada, donde varios grados deben compartir el mismo espacio junto a la cocina y la dirección, lo que crea un ambiente poco propicio para el aprendizaje.
A pesar de la inversión del 4% del PIB en educación, que ha sido destacada como un logro del sistema educativo dominicano, la situación de centros como la Escuela Hilma Contreras pone de manifiesto una clara contradicción entre los recursos asignados y las condiciones reales en algunas escuelas.
Mientras las autoridades promueven avances en la infraestructura escolar, comunidades como Estanzuela Abajo siguen esperando una intervención urgente para garantizar un espacio digno y adecuado para la enseñanza.
La precariedad en la que se encuentra este centro educativo es un recordatorio de los desafíos que aún persisten en el sistema educativo, y la necesidad de que las inversiones lleguen a todas las áreas, especialmente a las más vulnerables.