La historia se inscribe dentro de las disciplinas humanísticas, junto a otras ciencias sociales, siempre observando rigurosamente el método científico en las investigaciones, para contar los acontecimientos acaecidos en un periodo histórico determinado.
Cuando nosotros mismos contamos nuestra propia historia, se interpreta como memorias, las cuales por razones naturales pueden carecer de objetividad, decía, un viejo postulado romano, que lo escuché en uno de esos periplos diplomáticos en Europa Central, entre bromas y verdades, que no hay juez más benigno, que el propio humano al juzgarse a sí mismo.
Mi profesor de historia, Máximo Avilés Blonda, con su ronca voz, grave, no por el cansancio de contar historias, nos decía, que los acontecimientos estaban sujetos al debate histórico, y dependía de la óptica del historiador, si se enmarcaba en el materialismo histórico y su dialéctica como principio fundamental, o el otro polo del pensamiento humano, el capitalismo.
Desde Heródoto de Halicarnaso, padre de la historia, hasta nuestros días, la interpretación de los acontecimientos está sujetado al historiador.
He observado la prisa mediática por enjuiciar el ejercicio presidencial de los dos últimos periodos que el próximo 16 de agosto, de los corrientes, llegan a su final del presidente Dr. Leonel Antonio Fernández Reyna.
Inclusive el presidente del Senado, en su discurso del 27 de febrero,2012, en la Asamblea Nacional, sabiendo que era la última rendición de memorias del mandatario, elogió la obra de Gobierno del presidente Leonel Fernández y señaló que ha creado una transformación revolucionaria a nivel institucional, económico, y social en el país. Esto hasta sus adversarios políticos observaron, que eran expresiones llena de donaire, elegancia, cortesía y protocolares de un presidente de la Asamblea Nacional.
Instituciones, personalidades, y su propio partido, preparan la despedida del presidente Fernández, los cuales se apresuran a realizar juicios de la grandilocuencia de estos ocho años de gobierno o régimen peledeista, sin reparar en las improntas del mismo. Obviamente, estos aplausos crean ecos que llenan la soledad o vació que se crea en el alma, de los jefes de estado, cuando llegan al final.
El propio presidente Leonel Fernández, el mismo se reconoció, en la Romana, expresó, “por primera vez República Dominicana ha contado con un Gobierno que ha sabido conjugar la expresión legitima de la democracia, la libertad y la justicia social, conjuntamente con el progreso, modernización, y bienestar del país. “
Agregó, “Yo espero que al culminar este tercer periodo de gobierno, efectivamente la mayoría del pueblo dominicano pueda apreciar que todo el esfuerzo a consistido en hacer conciliar la democracia, libertad, con progreso y desarrollo.”
Señor presidente, me inscribo entre los dominicanos, que no tienen luz, y estoy buscando a Diógenes de Descartes, para que me preste su lámpara, o me sentaré a envejecer, para leer la crónica de sus doce años, a ver como la contaran. Yo la contaría así:
En una media isla del Caribe, que está en el mismo desfiladero de los huracanes, en el alba del siglo XX1, en el año 2004, asciende a la presidencia de la República, el Dr. Leonel Fernández Reyna, quien llegaba por segunda vez al solio presidencial. Su primer periodo fue en el año 1996-2000, al derrotar en segunda vuelta al líder del PRD, Dr. José Francisco Peña Gómez, por una de esa estratagema del destino, el viejo líder y presidente de la República Dominicana, el derechista y cortesano de la era de Trujillo, Dr. Joaquín Balaguer, le pasó el bastón de mando y su libro de gobernanza.
Los rasgos más importantes de este periodo fueron la modernización del estado dominicano, la privatización de todas las empresas públicas, la enajenación de patrimonios nacionales como al CDE, el CEA, CORDE, entre otras. Su gobierno de corte neoliberal dejó grandes rastros de corruptela, y un deterioro en el aparato productivo nacional, porque favorecía las importaciones y no la producción nacional. Es un periodo negro para los contratistas dominicanos, cuentan que los ingenieros se suicidaban, sus sesos volaban como mariposas, al no poder honrar los compromisos con sus proveedores por el incumplimiento del estado.
Como se han levantado voces para decir, que hay sectores que están conspirando contra su obra de gobierno, permítame, reservar este capítulo de sus ocho años, para la posteridad.
No obstante, le deseamos los mayores parabienes y buena venturanza para usted y los suyos, se que inicia su periplo internacional para buscar nuevos horizontes para su talento e intelecto, le auguro éxitos.
Nosotros nos quedaremos aquí, en el “nueva york chiquitico”, su tierra prometida al pueblo dominicano. Presidente, usted nos deja en un país, con estas cifras frívolas y terribles, deuda externa de 25 mil millones de dólares, en el lugar no. 89 como país en desarrollo humano, en el lugar no. 118 de 183 países, en competitividad como país, con la energía más cara del planeta, la gasolina más cara de América, un déficit fiscal mayor a los100 mil millones de pesos, la delincuencia en niveles insoportables, la corrupción de estado sin precedentes e impunidad, inseguridad ciudadana donde la vida vale un celular. Deja quebrado a los productores agropecuarios con una deuda por encima de los seis mil millones de pesos, los productores avícolas en ruina, la deuda del banco central que paso de RD 89,000, millones en el 2004 a RD$ 267, 000 millones de pesos a mediado del 2012.
Presidente usted no se va, se queda con dos poderes de los tres, una justicia hecha a imagen y semejanza, un poder legislativo a sus órdenes, la vicepresidencia de la República, y el poder factico de los medios de comunicación. Nos deja, presidente comiendo salchichón de burros, caballos, con bajas proteínas y eses fecales. Buen viaje presidente, hasta el 2016.