A final del mes de octubre escribí la primera parte de las cosas que no aparecen en las crónicas y en las hojas de anotaciones en nuestro Pasatiempo Nacional, el Béisbol Invernal.
En mi caso, que he estado ligado durante 18 años al Otoño-Invierno, realizando Antesalas o Extra Innings, uno se entera y ve cosas que el fanático común no tiene acceso a las mismas.
Los jugadores importados, en la mayoría de los casos tienen su mundo aparte. Son más accesibles a la prensa, tienen una formación diferente y están acostumbrados desde el bachillerato a las entrevistas y los medios. Generalmente hacen un anillo entre si, no importa si son blancos o negros. Algunos se dominicanizan y le cogen el gusto a la vida nocturna.
Recuerdo en una ocasión al jugador Brad Nelson Preguntar vía web si el equipo se quedaría en el mismo hotel de siempre. Ese señor le cogió un gusto tal a la piscina y la vida nocturna que fue su último año en el Otoño-Invierno, finalizando con una producción mediocre despúes de ser un estelar varios años.
En mi subconsciente se ha quedado tatuada la imagen de Andy Tracy, un tolete de refuerzo, después de una Rueda de Prensa de los Gigantes, coger de la mesa un litro de ron criollo, colocarlo en una de sus axilas, llevárselo tranquilamente y sin complejos, como Liquito y Lamparita, personajes que interpretaban Luisito Martí y Cuquín Victoria.
Antes de existir el Hotel las Caobas en San Francisco, los jugadores importados viajaban después de cada partido en el Julián Javier hacia Santo Domingo, a hospedarse en un hotel más confortable.
Los gringos tienen su propio bus o guagua para transportarlos del estadio al hotel. El más grande de los berrinches de Guelo Diloné con Manny Ramírez ocurrió cuando el Chico Malo ¨tomó prestada¨ por varios días la guaga de los importados aguiluchos, desapareciendo del mapa. Cuando volvió dijo que estaba buscando un vehículo en aduanas, señalando Guelo que el Club House Mamey era muy pequeño para ellos dos. Diloné, todo un ejemplo de rectitud.
Gary Matthews Jr iba a ser contratado por las Aguilas, primero preguntó si en la ciudad que el jugaría había mar y playa. No le gustó Santiago, finalmente fue contratado por los Toros que salieron temprano de el, pues estaba en mar y playa, y no en pelota.
Sobre los jugadores refuerzos, algunos en condición de importados por su bajo rendimiento, se ejerce una presión bipartita, medios-fanáticos, que motiva a los gerentes a salir rápido de ciertos jugadores foráneos que no producen en sus primeros juegos. No importa que sea prospecto o un refuerzo conocido, si no llena las expectativas no lo salva nadie.
Los directivos son solidarios entre sí, lo fueron cuando Matos Berrido presentó su ¨evento¨ en San Francisco cediendo la Franquicia de los Indios del Cibao al Grupo Rizek. Todos los equipos dijeron presentes con sus delegaciones de ejecutivos. También han sido solidarios en el caso del incendio del Estadio Cibao.
Los ejecutivos de los equipos visitantes tienen sus privilegios en la ruta. Desde palcos especiales, boletos de primera, parqueos exclusivos y un sinnúmero de elegantes servicios a tan distinguidos huéspedes. Se manejan como una hermandad, claro de vez en cuando tienen sus chismes y diferencias como en las mejores familias. Los tres grandes clubes, como ricos al fin, tienden a veces a mirar de soslayo a sus familiares pobres, y lo mejor, lo comentan entre ellos.
Todos quieren el campeonato, obviamente, con Licey o Aguilas presentes en el Round Robin, a sabiendas que los proventos y taquillas son menores si alguno de esos dos emblemáticos conjuntos queda fuera, como ocurrió en el 2011, siendo la única vez que ambas novenas quedan eliminadas de los play off en una misma estación.
Los fanáticos siempre quieren ver sus rivales fuera, los ejecutivos ganar dinero y campeonatos a la vez, no importa el precio.
En una próxima y tercera entrega seguiremos con el tema de las cosas que no aparecen en el box score del Béisbol Invernal.