Uno de los principios fundamentales del ser humano es la lealtad, quien no sea capaz de enarbolar este principio no merece ninguna credibilidad y confianza de los demás, cual sea el estamento, circulo o entorno en que interactue.
En todo componente social hay una especie desnaturalizada que no tiene amigos, ni familia, que no conoce la palabra lealtad, solamente intereses, sus intereses, divide los partidos, sociedad y hasta la familia, el político, aunque no a todos se puede medir con la misma vara para no generalizar y pecar de injusto.
Si por sus intereses tiene que recurrir a la traición frente a aquellos que le adversen y sean un escollo en su camino, que tenga condiciones superiores para desplazarlo, no tiene detentes para avasallarlo como de lugar y por cualquier medio.
La historia de la humanidad y la nuestra están llenas de casos y ejemplos, Judas Iscariote, el discipulo amado y preferido de Jesús, en un acto de deslealtad lo vendió por 30 denarios al imperio romano.
Pedro Santana a los Padres de la Patria y Trinitarios, el interés, cobijarse a la diestra colonial de España para recibir a cambio de la traición los favores de la monarquía.
Trujillo a Horacio Vásquez, su Presidente y Comandante en Jefe, mediante el Golpe de Estado conocido como Movimiento Cívico en el año 1930, instaurando una de las dictaduras más sangrientas en América Latina y saqueando la riqueza nacional en provecho personal.
La ambición, codicia, lleva a los seres humanos a la obcecada pasión y desenfreno por el dinero y vía fácil, no importa lo que haya que hacer y con quien haya que pactar, intereses, la lealtad a los principios que dieron origen a los partidos no cuentan para el político.
El caso más reciente el de un empresario de la política que dividió y subastó en primera puja la que fue la primera y más poderosa fuerza política del país, el Partido Revolucionario Dominicano, asestándole una estocada mortal a la oposición, institucionalidad y democracia.
Ya las siglas PRD y logo distintivo del jacho prendio perdieron su valor histórico y apagaron para siempre las posibilidades de alternar el poder como instrumento democratico de equilibrio, contrapeso, fuerza opositora, solo tendrán en una extraña alianza un efecto político fugaz, su ejecutivo financiero pasó a ser su sepulturero por ambiciones personales, se impuso finalmente el interés a la lealtad política a las bases y organismos de dirección, como una vieja frase popular, ¨papeleta mató a menú, morocota acabó con to¨.
El autor es abogado, periodista y escritor.
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