Hoy 30 de junio se celebra el país el Día del Maestro Que conste, no es la fecha más apropiada en razón de que establece frontera entre el año escolar que termina y el período de vacaciones de verano.
Hay que pensar en el caudaloso torrencial de malas palabras que en contra del maestro descargan los alumnos sin hábitos de estudio porque al recibir su boletín de notas quedan inconformes de su pobre rendimiento académico durante el año.
También padres y tutores irresponsables culpan y tratan de forma desconsiderada al educador por el bajo rendimiento de su vástago o familiar.
No sobra decir que el proceso de enseñanza-aprendizaje compromete primero al padre, segundo al alumno y tercero al profesor.
En esa relación tripartita se impone la necesidad de una comunicación viva, fluida entre el hogar y la escuela. Uno genera el producto (alumno), el otro (laboratorio-taller) lo moldea y le da forma.
Si esta afirmación la representamos de forma numérica nos da una ecuación lineal simple de la cual se deduce que el fracaso o el éxito académico del muchacho es responsabilidad compartida de la familia y el centro escolar por no aplicar a tiempo los correctivos necesarios para controlar hasta extinguir las causas que generaban su deficiente rendimiento.
Es entendible que la situación socioeconómica del alumno pueda crear problemas educativos que en breve tiempo extienden a la comunidad con acciones delictivas que en estos tiempos de manera frecuente cometen niños, adolescentes y adultos jóvenes.
Nos explicamos. En los actuales momentos un problema educativo del estudiante se vincula más a la condición social de irresponsabilidad familiar que a su realidad económica.
Esto significa que aunque el muchacho viva próximo al plantel escolar si en horario de clases sus padres lo distraen para que les ayude a producir el sustento del hogar o por falta de vigilancia se dedica a vagar y hacer travesuras, no está lejos de decidir abandonar o desertar de la escuela por desadaptación o sobreedad.
En otras palabras hoy día los problemas educativos surgen y se incrementan de forma más acelerada por la irresponsabilidad de los familiares de los alumnos.
Por ejemplo pensemos en los cientos y miles de dominicanos y dominicanas que viven fuera del país y dejan sus hijos pequeños o adolescentes bajo el cuidado y tutela de la abuela o de la tía que suelen ser permisivas y tolerantes. Después que esos muchachos o jóvenes por no tener la figura paterna ni alguien de la familia que imponga autoridad, comienzan a perder los hábitos de estudio y no ponen resistencia a las tentaciones de la calle, se desenfocan, pierden las perspectivas y por más dinero que envíen sus padres resulta difícil, muy difícil por no decir imposible, que reflexionen y de forma personal retomen el camino correcto.
EL JAYA valora y coloca a la educación y a los maestros en el primer renglón de las prioridades que tiene que atender el Estado Dominicano. En lo inmediato el gobierno desarrolla un programa de construcción y reparación de escuelas en todo el territorio nacional lo cual resolverá el déficit de aulas y dará cobertura universal a la población escolar.
Falta sin embargo que se trabaje a pasos más acelerados y con suficiente amplitud en la capacitación de los maestros para que el producto escolar, sus alumnos, egresen con las competencias necesarias que les garanticen éxitos en su vida y la mayor suma de bienestar.
En abril o en mayo debe fijarse el día de reverenciar a los maestros, de valorar y honrar su alta misión del desarrollo humano que deben cumplir, la de educar, que equivale a encender la capacidad de razonamiento del hombre para asumir la condición de criatura superior del universo.
Olivia Huyn, una de las principales ejecutivas de la gigantesca compañía informática Google, afirma que «los maestros no son nuestros padres, pero nos llevan a ser la mejor versión de nosotros mismos; sus orientaciones duran toda la vida y como lecciones aprendidas las pasamos a otras personas como herencia de sabiduría».