Este pueblo, como otros muchos contaba con el Club Esperanza (el más exclusivo) El Club Unión (de menor categoría) La Logia y El Country Club que era un salón muy grande con columnas y abierto por todo su derredor, a mi me encantaba.
En principio habían 3 salas de cine El Cine Juanita (propiedad del Dr. Saladín el de menor categoría) de vida efímera pues sucumbió en un incendio, El Cine Carmelita que en principio se llamaba José Trujillo Valdez (Propiedad de Carmelita Rotellini) y el cine Peravia llevaba ese nombre recordando que su dueño era Banilejo el señor Carlos Mejía quien era propietario de la planta que nos daba algunas horas de energía, de ahí que si quedábamos sin energía todos usábamos la expresión se fue Mejía o llegó Mejía cuando volvía, luego apareció el Macorix también duró poco.
En principio no había escuelas privadas todos asistían a las públicas, más tardes aparecieron «escuelitas privadas» para los cursos de primaria recuerdo que a la primera que asistí fue con Mimí Marrero, ella emigró a Estados Unidos y asistí entonces a la que tenía Marietta Viñas, luego con Doña Thelma Kunhardt y El Asilo La Milagrosa.
En ese entonces no se conocían las Pizzerías, teníamos (los afortunados) pizzas caseras hechas por Rosita Chabebe, riquísimas, las añoro. La familia de Alfonso Moreno incursionó en una dulcería, totalmente diferente a la de Delmira, que aún existe. En «Frutilandia» como se llamaba la de Alfonso, se vendían bizcochos, y otros muchos dulces pero los helados, batidos y ice cream soda eran los preferidos. Además en ese sitio se reunía la gente joven y eso hizo que Alfonso tuviera la idea de poner una Librería, no recuerdo el nombre pero estaba muy surtida y si queríamos un libro él lo conseguía.
Las revistas que circulaban eran: Carteles (Cubana) muy interesante, buenos artículos era educativa.
Romances, Para Ti, Vanidades, La Familia, eran revistas dedicadas a la mujer. En casa era obligatorio leer «Selecciones» recuerdo que ofrecían comprar chistes de la vida real, si les gustaban lo publicaban, cada mes yo enviaba uno o dos y finalmente me publicaron uno y me enviaron un cheque por US$25.00, estaba muy orgullosa; También se leía Billiquen otra revista educativa.
No había temor por robos o atracos, la delincuencia no existía. Pero había un delincuente mayor, asesino, violador, abusador, ladrón, cruel, despiadado : El Generalísimo Dr. Rafael Leonídas Trujillo, Benefactor de la Patria y Padre de la Patria Nueva, así se hacía llamar, el pueblo calladamente le llamaba chapita, así con minúscula para darle menos importancia. Sobre esa época hablaremos más adelante, es bueno recordarla para no permitir que se repita.
Nos divertíamos leyendo, montando bici, patines y caballo, íbamos al cine a «la tanda Vermuth» que comenzaba a las 10 de la mañana. En casa mi madre decía Misa primero, si no hay Misa no hay Tanda. Cuando cumplí mis 13 años, Doña Isis Rojas de Piña me ayudó a formar un «Club» lo llamamos El Club Vacaciones pues solo funcionaba en vacaciones, hacíamos fiestas en nuestras casas, con el combo «agujita» cada Viernes y algunos Sábados bailábamos de 8:00 a 12:00, poco alcohol y mucho jugo. La primera directiva la formamos con : Oriol Rojas Fernández Presidente, yo era la Vice, Secretario René Batista, Tesorera Luisa Pérez Viñas (hoy escritora con 4 novelas publicadas) los demás eran Teresita Rojas, Rafelito Alba, Luisito Yangüela, ellos hacían de todo si faltaba alguien, nos llevábamos muy bien y nos divertimos mucho, fueron buenos tiempos.
No quiero alargar más este artículo en mi próxima entrega escribiré sobre el Macorís de hoy.