Conforme pasan los días se agudizan las conductas depravadas contra el género femenino. Por doquier se escucha, se lee o se observa como la mujer es víctima de crímenes y atropellos desde los más sencillos hasta los más monstruosos.
La mujer en la actualidad ha sido la más afectada por los constantes hechos violentos que suceden en la sociedad. Esta por ser considerada, erróneamente, inferior al hombre o por su alto nivel de vulnerabilidad, se convierte en presa fácil de misóginos y machistas que sin tomar en cuenta su dignidad, la utilizan y desechan a su antojo.
Las féminas son golpeadas de diversas formas: ultrajes, violaciones, injusticia, desigualdad, ignominia, rechazo, abandono, vejación sexual y maltratos tanto físicos como psicológicos lo que las conduce muchas veces a un desenlace fatal, la muerte. Sin que nadie haga nada para evitar tal situación. En algunos de los casos de feminicidios, por ejemplo, la víctima había denunciado al agresor y este a su vez era poseedor de una orden de alejamiento, lo cual solo sirvió para incrementar la ira del hoy homicida. Estos métodos deben ser renovados, pues no aportan soluciones, sino que la empeoran.
La situación cada vez se agrava más, ya que, la crueldad de los crímenes perpetrados sobrepasa todo límite de la dignidad humana y del respeto a los derechos que estas poseen. Mujeres que mueren a mano de sus parejas o exparejas de manera horripilante (estranguladas, acuchilladas, atropelladas, quemadas, envenenadas…). Estos hacen uso de cuantos objetos tengan a mano (botella, martillo, armas de fuego, sustancias tóxicas, cuchillos…) para agredirlas. Además de la crueldad del crimen, estas son depositadas o arrojadas en cañadas, cisternas, sacos, maletas o vertederos como un desecho cualquiera…
En la República Dominicana, se han reportado hasta la fecha de este escrito, cuarenta (40) feminicidios en lo que va de año. De estos, cuatro sucedieron en menos de veinticuatro horas, el pasado jueves siete, en distintos puntos del país. Dichos eventos tienen en común la negativa de las fenecidas ante la propuesta de volver con sus exparejas.
Estos casos traen como consecuencias traumas en la familia, orfandad, dolor, depresión, deterioro de la salud, impotencia y sobre todo más violencia. Esta situación debe llevarnos a la reflexión. Pues es indignante la cantidad de mujeres que nos son arrebatadas cada día sin que se tomen medidas para evitar se llegue a tales términos. Y yo pregunto: ¿Cuántas mujeres más deben caer a manos de sus verdugos para que se empiece a hacer algo? … ¿Qué más hay que esperar para actuar?… Es hora de poner un alto a los abusos femeninos. La mujer, al igual que el hombre merece vivir y decidir libremente lo que quiere hacer.