Escuchó el torturador ruido del despertador entonces sacó un brazo y apretando sus ojos, como conjura de que permanecieran cerrados eternamente, logró desactivar la tormentosa alarma.
-Cinco minutos más, aún es temprano. Expresó mientras se encapuchaba con la sábana.
-Levántate de ahí, “jaragana,” to lo día el mismo show, vamos, párate. Juana tiró la sábana dos veces, pero Stecy la sujetaba fuertemente entre sus pies.
Stecy se paró súbitamente, al tiempo que salió hacia la escuela, sus pasos cada vez más lentos, como plomo, parecía que llevaba seis enormes piedras dentro de su mochila; entró por el portón; escuchó el himno, no pronunció ni siquiera:”libertad, libertad, libertad,” subió las escaleras, entró al aula; se sentó y sonrió, su maestro preguntaba que cómo les había ido durante el fin de semana.
Stecy abrió sus ojos vivamente, volvió a sonreír, el maestro miró a su alrededor, notó que nadie se inquietó por hablar, entonces retornó la mirada hacia Stecy quien con una sonrisa eterna levantó su mano.
– Dígame Stecy, ¿cómo le fue a usted?
Stecy replicó cada vez más alegre: ”¿A qué hora nos vamos hoy?»