Dar por lo regular lo asociamos con regalar, donar, entregar o facilitar aquello que no se necesita o desea. Se relaciona el dar con una serie de acciones que no necesariamente son del todo explícitas de lo que es el verdadero acto de apoyar a otros. El dar se puede llevar a cabo a favor de una persona, institución, asociación, organización o grupo.
Quien da recibe su retribución inmediatamente entrega lo que obsequió. En otras palabras, quien se desprende de lo que da siente gozo, alegría y satisfacción por el privilegio de haber practicado el honor de poder suministrar para apoyar a otros. Ahora bien, quien realiza cualquier esfuerzo en favor de otros esperando algo a cambio, está pasando factura y ha disfrazado el maravilloso acto que es dar con negociar. Esto último podría ser llamado de cualquier otra forma, pero nunca dar.
El ejemplo típico en esta clase de acciones son las practicadas por muchos políticos, quienes hacen uso de equipos para grabar y dejar al descubierto la entrega de ciertos alimentos de la canasta básica a personas de escasos recursos; también obsequian juguetes a niños los cuales endiosan a tales figuras y recuerdan de forma permanente el nombre de el supuesto bondadoso ciudadano. En verdad no han dado, ya que lo que buscan a cambio es que se les considere como buenos; su verdadero propósito es lograr aventajarse de posiciones gubernamentales a través del voto de los ciudadanos a su favor y así lo practican con sus disfrazadas dádivas.
Veamos qué significa realmente dar: Se da sin esperar nada a cambio, sin recordar a quién y en qué circunstancias se dio. El que entrega se da a sí mismo, compartiendo no de lo que nos sobra, sino incluso de nuestro medio de subsistencia. El que da sin que quien recibe este esperando recibir, es doble recompensa, por el impacto y la sorpresa de ver un rostro lleno de alegría.
Debemos tomar la iniciativa de practicar el dar, pues muchas veces se piensa que sólo se da cuando se entrega algo material o tangible, puedes dar a través de tu servicio, dedicar tu tiempo a los demás.
No hay mayor satisfacción en una conciencia elevada que experimentar la experiencia de dar, no sólo al que necesita, pues el acto es procedente de un corazón generoso. Nunca esperemos agradecimiento de quien recibe lo que le hemos dado, esto sería pasar factura. El árbol no espera retribución por los frutos que da, ni siquiera por el hecho de que aquel quien lo recibe puede quebrar sus ramas para obtener dichos frutos. Seamos incondicionales al dar, esto implica dar sin reservas, sin mirar el rostro para grabarlo en la memoria esperando algo con el paso del tiempo. Haciendo referencia a las palabras de Jesucristo: «Hay más felicidad en dar que en recibir.” Hechos 20:35.
Ve por el tesoro que guarda para ti vivir la experiencia de practicar el verdadero dar y disfruta de la satisfacción de recibir a la vez que entregas procurando no sólo llegar a los ojos que te puedan ver, sino mas bien al corazón de quienes tienes la oportunidad de apoyar, te sentirás ganador y tu autoestima se beneficiará.