Jurgen Habermas es un filosofo y sociólogo Alemán, de hecho el mas influyente sociólogo vivo de origen alemán continuador de la tradición marxista de la Escuela de Frankfurt, concentra en su haber el desarrollo de la filosofía europea desde la fenomenología del conocimiento (Francis Bacon) hasta la hermenéutica.
De su lado Joseph Ratzinger es un doctor en teología e intelectual de la iglesia que llego a ser papa bajo el nombre de Benedicto XVI, Director por mas de 23 años de la Congregación para la Doctrina de la fe, lo que en la antigüedad se denominaba el Santo Oficio, o sea el tribunal de la inquisición. Su conservadurismo extremo y su pasado nazis lo llevan a tener consideraciones radicales sobre temas de actualidad.
De dicha polémica dos ideas me parecen geniales y que bien podría desarrollar un interesante debate al margen. La primera de Habermas se describe de la siguiente manera:»El catolicismo tuvo dificultades para asumir el humanismo, la ilustración y el liberalismo político”; en tanto que Ratzinger planteo: “La ciencia como tal no puede generar una ética y no se obtiene conciencia ética mediante debates científicos”.
Definitivamente que nos encontramos frente al eterno debate entre ciencia y religión, pero esta vez, asumido por dos intelectuales de cada uno de los litorales en conflicto, y no dos cualquiera, sino los mas brillantes de cada bando.
El catolicismo tuvo dificultad para asumir el humanismo, la ilustración y el liberalismo político.
El humanismo surge en el siglo XIV de nuestra era como un movimiento filosófico que privilegia los valores humanos en la concepción de la vida y las características de las persona, para dicho movimiento lo mas importante era el hombre y su ejercicio del bien a favor del genero humano, contrario a ello el catolicismo considera a Dios el centro del universo y la medida de todas las cosas, el ser humano no tiene el valor que debería tener sino sobre la óptica de la creencia en Dios, es decir Dios esta primero, luego el hombre criatura hecha a su imagen y semejanza.
Precisamente la concepción del filosofo y ex-papa Ratzinger, quien fuera Director del Santo Oficio, el tribunal inquisitorial, no dista mucho de las concepciones que normaron la fe y la persecución de los no creyentes, bajo la premisa de “Guerra Santa” contra la herejía. La inquisición fue tenida como una de las épocas mas oscuras de la humanidad, desdeñando la ciencia y la investigación y colocando a científicos e investigadores en calidad de “brujos” por sus investigaciones que la mayoría de las veces eran contrarias a la verdad admitida.
Casos concretos como los de Andrés Vesalio uno de los mas influyente anatomista y padre de esa ciencia fue acusado de brujo y condenado a la hoguera. Por igual se recuerda el caso de Galileo “Eppur si mouve» la famosa frase pronunciada cuando le hicieron abjurar de sus convicciones científicas, el propio Cesar Bonessana, Marques de Beccaria cuyos planteamientos en su obra “De los delitos y de las penas” contrastaban radicalmente lo planteado acerca del crimen por la inquisición, Beccaria publico su obra bajo un pseudónimo por miedo a la persecución del Santo Oficio.
Y como estos, cientos de casos de investigadores, científicos, positivistas que buscaban la verdad sin pasión, con razón pero en aquel tiempo chocaban con la fe y, como había una confusión tal entre la fe, el catolicismo y la dirección del estado, o sea el gobierno, la mejor salida era aplicar la fuerza del poder y no de las convicciones.
La fe católica, según lo planteado por el filosofo alemán Habermas, ha desdeñado también la ilustración, es decir el desarrollo de criterios sociales, filosóficos, de las artes y las ciencias. Surge en Francia en el Siglo XVII, cuando la inquisición estaba en franca decadencia y prácticamente acabada, por supuesto ante la sacudida del mundo de los criterios anacrónicos y ultra conservadores eclesiásticos, mientras la institución que tenia para la época mayor influencia social, apoyaba abiertamente la ejecutoria gubernamental y era parte de ella, era lógico pensar que el cristianismo debía ver con recelo el movimiento ideológico que se desarrollaba y atentaba contra su estabilidad.
La idea central de la Ilustración fue defender la razón frente a la fe, el personaje principal de este movimiento fue Renato Descarte, filosofo francés cuya divisa fundamental fue: “Cogito ergo sum”, es decir, “pienso luego existo”, la ilustración da paso a la época del liberalismo económico con Adam Smith a la cabeza como antesala del modernismo o época moderna. Las teorías del “moderno” Adam Smith dan paso al liberalismo político una manera de ver las acciones políticas basadas en los criterios de la razón, teniendo como base la libertad humana.
Si bien, el liberalismo económico planteo las tesis del “laissez faire, laissez passer” dejar ver, dejar pasar, que se concretaba a la premisa de la libertad de mercado, el liberalismo político abogaba por la libertad humana, no sujeta a criterios que abandonaban el raciocinio como premisa esencial del pensamiento, lógicamente era claro pensar que la Iglesia Católica, que se veía amenazada puesto que el establecimiento de Estados laicos, el abandono de la estrecha relación entre fe y política atentaba contra su hegemonía que por tanto siglos había tenido, no creyera en estos movimientos ni podía asumir entonces la idea de separar la fe de la razón pues perdía terreno, se concreto a enfrentarlo y mantener sus influencias sobre sus feligreses.
De su lado, en el debate de marras, Ratzinger plantea que: la ciencia no genera una ética y no se obtiene conciencia ética mediante debate científico.
Desde la óptica del filosofo de la iglesia, la actividad científica es una deshumanizada, porque dicho criterio nos lleva a pensar que, siendo la ética un conocimiento humano que solo se manifiesta cuando se trata de individuos y su accionar en la sociedad, entonces Ratzinger piensa que la ciencia olvida todo sentido humano y ético, que no tiene forma de separar el bien del mal tal como preconiza un accionar ético.
El intelectual católico parte de la idea que la ciencia separa toda creencia del que la practica, toda fe, y eso lo hace pensar que quien búsca de la verdad científica, abandona todo criterio humano, toda humanidad propia y todo respeto por los valores. Es como si dijéramos que en la fe hay ética y humanidad y en la ciencia se abandonan automáticamente estos criterios.
Y es todo lo contrario. Si nos planteamos la existencia humana sobre la base de los “micos” de Darwin, es decir la teoría de la evolución y aún si nos centráramos en la tesis del libro del génesis de la Biblia, nos encontraremos con una criatura que tuvo que evolucionar a través de los tiempos, producto de que cuando comenzó a habitar el mundo que conoció, no tenia a su disposición ningún instrumento que le facilitara la vida.
La ciencia rudimentaria que en aquel momento tenia a su disposición el hombre hizo que descubriera el fuego e inventara la rueda, dos maravillas que abrieron las puertas a un mundo mejor en aquel momento.
A diferencia de lo que piensa el teórico de la iglesia Ratzinger, la ciencia ha acompañado al ser humano desde que se tiene conocimiento de su existencia en la tierra, en cualquiera de los escenarios planteados, el que preconiza la Biblia o el que desarrollo Charles Darwin, es a propósito de ella que el hombre ha descubierto cosas que le han permitido avanzar hacia el futuro, que han permitido preservar la vida, aumentar la expectativa de vida, viajar mas rápido, trasladarse de un lugar a otro, explorar el universo, en fin…
Por supuesto que siempre habrá quienes, producto de la maldad humana, quiera beneficios particulares y cuantiosos y se base en la ciencia o la deformación de esta para alcanzarlo, pero también en la fe, los últimos acontecimientos a lo interno de la I
glesia Católica confirman que el hombre es una simbiosis de la bondad y la maldad, que lo importante es contar con un “superyo” desarrollado que ponga freno a ese yo desbocado, como preconiza en su enjundioso psicoanálisis Freud, si la ética fuera atributo solo de la fe, como considera el brillante teólogo y Ex-Papa, no existiera pederastia dentro del clero católico, ni otros males pues como dije, la maldad es atributo, como la bondad, de los seres humanos.
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