Ante los hechos actuales se hace cada vez más evidente lo que siempre le hemos venido informando a nuestra población: los hábitos de vida determinan lo que en realidad somos y no lo que aparentamos ser.
En los últimos meses nos han bombardeado en la web con todo tipo de información relacionada con el tema del CORONAVIRUS. Aunque muchas de las cosas que hemos visto lucen hasta ridículas y poco creíbles, no es menos cierto que también se cuenta con información fidedigna y más que verídica fundamentada en base científica.
Es conocido por todos que los pacientes de edad avanzada así como diabéticos, hipertensos, neoplásicos y demás enfermedades crónicas no transmisibles tienen mayor riesgo de complicación, muchos de los cuales pueden llegar a tener un desenlace fatal. Sin embargo cada día son más los casos de pacientes jóvenes en aparente buen estado de salud que al contraer COVIT-19 terminan complicándose sobre todo en esta parte del hemisferio.
En estudios y análisis de laboratorios realizados a pacientes positivos para COVIT-19 observamos que los marcadores inflamatorios se elevan vertiginosamente y que mientras más complicado es el caso más elevados están dichos marcadores.
Las complicaciones graves se dan en individuos en los que se desencadena una tormenta de citoquinas inflamatorias como respuesta al virus.
Las citoquinas son unos químicos que liberan nuestras células de defensa para alertar del invasor y actuar contra él. Aquellas personas con elevada producción de citoquinas pueden sufrir fallos respiratorios y finalmente la muerte.
En conclusión: EL VIRUS MATA POR INFLAMACIÓN.
En un inicio esa inflamación es importante y además normal para combatir el virus, el problema es que a veces la respuesta inflamatoria es muy fuerte y se convierte en una sobre respuesta tan exagerada que termina causando daños a nivel respiratorio los cuales son irreversibles.
La clave para controlar y hacer contrapeso a este proceso inflamatorio tan fuerte provocado por las citoquinas son unas células llamadas células T, el problema es que las células T pierden su efectividad en presencia de elevados niveles de insulina y esta condición hace que se prolongue o sobre-exprese la inflamación.
Ya hemos hablado en innumerables ocasiones de lo perjudicial que puede ser el azúcar y también hemos explicado que no hay nada que eleve más la insulina que el azúcar y una dieta rica en glúcidos (harinas, alimentos procesados, refrescos, azúcares simples, etc.) además de que el azúcar alto en sangre POTENCIA LA INFLAMACIÓN por otras vías tales como el aumento del inflamasoma NLRP3 bajo la infección del virus.
Es quizá por esta razón que los diabéticos están en mayor riesgo ya que tienen una condición inflamatoria crónica y el sistema inmune destruido.
Ante toda esta información la cual puede ser verificada científicamente en numerosos estudios me surgen varias inquietudes:
¿Acaso se relaciona con la elevada tasa de individuos jóvenes complicados los hábitos alimenticios que tenemos en esta parte del hemisferio?
La dieta en países de América Latina es alta en glúcidos y azúcares simples y está a simple vista podría ser la razón por la cual tantos pacientes jóvenes se hayan complicado.
En conclusión la dieta afecta nuestro sistema inmune, esto no es algo debatible, simplemente es así.
Lo que comemos tiene un papel clave en nuestras defensas.
Disminuye o elimina de tu dieta los alimentos que pueden provocar aumento de la respuesta inflamatoria. En este momento histórico que estamos viviendo usemos siempre la nutrición a nuestro favor y no en nuestra contra.
Es hora de utilizar la alimentación como arma para poder prevenir las condiciones clínicas de las que siempre hemos venido hablando todo este tiempo.
Nuestro compromiso como profesionales de la salud es orientar a la población para evitar las complicaciones clínicas no solo por CORONAVIRUS si no todo tipo de enfermedad.
Queda confirmado lo que veníamos explicando al inicio de nuestro artículo: LOS HÁBITOS DE VIDA DETERMINAN LO QUE EN REALIDAD SOMOS Y NO LO QUE APARENTAMOS SER.
La Dra. Amelia Somalia Paredes en médico nutriologa clínica, dietoterapista.