Hola, que bueno poder conectar contigo nueva vez, si estás leyendo esto es porque dos cosas son ciertas en tu vida: la misericordia de Dios te ha regalado un día más y que en medio de todo este proceso de transición Su protección, gracia y favor han estado sobre ti.
En estos días donde todos estamos en casa, donde para muchos es tiempo de evaluar sus opciones y prepararse para el “nuevo normal”, quizás estas evaluando una nueva forma de hacer negocios, tus opciones a futuro o aprendiendo a valorar más tu familia, y dentro de esto quiero que conversemos y reflexionemos sobre la importancia de ser transformados.
Éxodo 33:12-45 Y dijo Moisés a Jehová: Mira, tú me dices a mí: Saca este pueblo; y tú no me has declarado a quién enviarás conmigo. Sin embargo, tú dices: Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado también gracia en mis ojos. Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo. Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso. Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí.
Hay algo que debes comprender y es que la presencia de Dios es lo único que puede traer paz, tranquilidad y llenura a nuestra vida.
En este punto de su vida Moisés ya no estaba buscando las señales de Dios sino Su misma Presencia.
Ahora, sé que para este momento te estarás preguntando, ¿Qué es la presencia de Dios? ¿Por qué Moisés se enfocó tanto en la presencia de Dios?
La presencia de Dios es la atmosfera de Dios mismo. Todo lo que Dios es y tiene se encuentra en su presencia. En la presencia de Dios se recibe fe, gozo, amor, paz, liberación, sanidad, milagros, provisión. Todo lo que Dios ha prometido para los que le aman se encuentra en la Presencia de Dios.
El hombre en sí mismo no tiene como entrar a la presencia de Dios, tenemos que apelar al sacrificio de Cristo, por lo que hizo en la cruz nos dio libre acceso a la presencia.
Hebreos 10:19-22 Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.
Todo aquel que tuvo un encuentro verdadero y genuino con Jesucristo no volvió a ser el mismo.
Ezequiel 36:24-26 Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país. Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
No hacemos nada con estar ocultando y tratando de hipócritamente tener un rostro como que no está pasando nada, cuando entramos a la presencia de Dios estamos completamente a cara descubierta, desnudos en su presencia, debemos estar dispuestos a ser completamente transformados por la presencia de Dios. El que realmente valora la presencia de Dios no esconde lo que es, no se esconde detrás de la apariencia.
Entramos a la Presencia de Dios:
Reconociendo nuestra condición (reconocer nuestra condición con arrepentimiento genuino).
A través de la alabanza
Una forma muy sencilla de determinar el lugar que damos a la presencia de Dios en nuestra vida es responder estas preguntas: ¿Qué es lo primero que hacemos al levantarnos o al irnos a acostar? ¿Estamos todavía centrados en lo que nos falta o en no ofender la presencia de Dios y al Espíritu Santo?
¿Qué no nos permite a nosotros afirmarnos en la presencia de Dios? Tener nuestra mente centrada en los afanes. Hay cosas que van a venir a nuestra vida para mostrar en quien nosotros hemos confiado y si valoramos la presencia de Dios, Si realmente valoramos lo que Dios dijo.
“Quien valora la presencia de Dios elimina la queja de su boca”
Salmos 34:1-7 Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca. En Jehová se gloriará mi alma; Lo oirán los mansos, y se alegrarán. Engrandeced a Jehová conmigo, Y exaltemos a una su nombre. Busqué a Jehová, y él me oyó, Y me libró de todos mis temores. Los que miraron a él fueron alumbrados, Y sus rostros no fueron avergonzados. Este pobre clamó, y le oyó Jehová, Y lo libró de todas sus angustias. El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, Y los defiende.
Hoy en día entramos a la presencia de Dios pero salimos a lo mismo, volvemos al temor, a la incertidumbre. Tenemos que guardar la confesión de nuestra boca, si siempre estamos hablando mal, contrario a la palabra de Dios, entonces constantemente estamos ofendiendo Su Presencia.
David estaba consciente de que su proceso era para que testificara que había llegado un cambio a su vida, que había visto a Dios obrar de manera extraordinaria.
“La presencia de Dios tiene que volver a ser nuestra prioridad.”
Si entiendes que has descuidado la presencia de Dios en tu vida te invito a que hables con Dios así como hablarías con tu mejor amigo, se sincero y pídele perdón, restaura la relación más importante de tu vida, la que permanece sin importar lo que pase, tu relación con tu padre celestial. Él está dispuesto a perdonarte y ha prometido estar contigo todos los días hasta el fin del mundo.
Iglesia Monte de Dios SFM
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