Cumpleaños:
Jenny Abréu de Negrín, Dra. María Leonor Goldar, Olga Khoury de Grullón, Judith Hilario, Gabriela Abukarma, Jenny Brito Jiménez, Mery De Peña, Patria Minaya, Carmen Jiménez de María, Arieny Bueno Tavárez, Andreína Andrés y Manuel Grullón. Lía Polanco, Victoria María Reynoso, el Dr. Pedro Comprés, Dr. Omar Rosario, Eliseo Negrín y su hijo Carlos Eliseo, Kedwin Paredes, José De La Cruz, Roberto Peña Agramonte y su hijo Robert Enmanuel y Julio Vargas. Mi querida nieta, Lisanie Almánzar Castillo. En Santo Domingo, mi querida amiga Clemen Guzmán.
¡Muchas felicidades y bendiciones!
Aniversarios de Bodas:
Rafael Betances y Zaida. En Santo Domingo el Ing. Diego Blanco y Merian. En New Jersey, mis queridos nietos, Luis Antonio Almánzar y Sue, el Dr. Eduardo Liriano y Olga. Dios los bendiga con salud, comprensión y amor.
Despedida:
Hoy escribo mi última columna, decisión que he sentido con cierta tristeza y con agradecimiento, para su Director el Señor Adriano Cruz, su familia y todos los empleados que laboran en tan prestigioso periódico y especialmente a Eulalia Henríquez, que me permitió inicialmente pasar mis escritos, en su columna de “Macorís por Dentro”.
Trabajar con ustedes, ha sido una bonita y excelente experiencia. Me despido feliz, como una especie del deber cumplido. Además, he decidido dar este paso hacia el costado, para que alguien ocupe mi lugar, esa juventud capacitada y profesional de mi país que necesita un espacio para llevar sus conocimientos adquiridos a los demás.
Quiero decirles que como todo en la vida, somos aves de paso y permanecemos el tiempo justo que Dios dispone.
He sido una mujer forjada desde niña en la fe y en la oración, y estos momentos cruciales que vive el mundo ante esta amenaza de Covid-19, además, de los otros males que nos agobian e inciden en la sociedad, deseo dedicar más el tiempo a la oración por los demás, ya que la oración es la fortaleza del hombre y la debilidad de Dios.
Además de dedicarme más a mis otras aficiones como la lectura y las obligaciones propias como esposa por 67 años de mi querido Reynaldo. Ustedes piensan que me olvidare de ustedes mis queridos lectores? Pues no, ustedes han sido mi aliento y alimento, los que me han nutrido con sus muestras de cariño y felicitaciones cuando me veían en algún lugar y me decían Doña Rosa Elba siempre la leo, o alguna llamada, o se lo comunicaban a mis hijos o alguien de mi entorno para que me lo dijese.
A todos ustedes la más sinceras y profundas gracias, siempre estarán en mis oraciones.
¡Dios los bendiga!