No hace falta ser un lince del análisis para ver la transformación del género femenino que está sucediendo en todo el mundo. Las mujeres se están comiendo los caramelos de los hombres. De todas clases.
Los de eucalipto, los rellenos de miel, y hasta las socorridas mentas de guardia, tan escasas que están.
¡Y de qué manera! Uno prende un canal o una emisora, y ahí están las mujeres como locutoras, artistas, conductoras, o productoras.
Uno va a la universidad y, en cualquier carrera, seis o siete de cada diez estudiantes son mujeres, y además, las que se gradúan con mayores honores.
Uno a llega una empresa y quienes le atienden y resuelven, desde la recepción al más alto nivel ejecutivo, son mujeres.
Están en todos los lados, los deportes, los espectáculos, la cultura, en la política… ¡y hasta en la sopa!
Sin ir más lejos, en la Europa de la peor crisis económica, ¨ la ¨ Merkel, con más pantalones y mejor puestos que cualquier hombre, vuelve a ser elegida presidenta de Alemania y es, sin duda alguna, la señora más poderosa e influyente del viejo continente.
¿Qué le está pasando a las del gameto portador del cromosoma femenino X?
Pues sencillamente se están liberando del yugo masculino que las ha venido relegando tradicionalmente al departamento de humos y grasas cocinando el arroz y las habichuelas, limpiando habitaciones y sanitarios, dando la teta y cambiado los pañales de los hijos, además encargarse después de los maridos que, demasiadas veces, somos unos inútiles en asuntos hogareños.
Las mujeres, hartas ya de desde hace unas décadas, han enarbolado la bandera de la emancipación, y para ello han elegido el camino de prepararse bien, poniendo su inteligencia a trabajar.
Es cierto, que en lo laboral, muchas han sido aceptadas antes que los hombres porque han venido devengando salarios menores, pero esto ya está cambiando pues se van imponiendo a pulso por su capacidad, disciplina y espíritu de superación.
Usted contrata un hombre y a los tres meses ya le ha pedido permisos para un entierro, una comunión, y un bautizo ¡en Montecristi!, ha solicitado aumento de sueldo y hasta ha llegado al trabajo con alguna que otra resaca disimulada detrás de unos lentes oscuros.
Las mujeres suelen ser más disciplinadas, más dedicadas…y honradas. Además, hay que reconocerlo, donde esté una cara femenina con una linda sonrisa, que se quite el truño de un señor mal afeitado y peor talante porque el sueldo no llega a fin de mes.
Vamos un caso muy representativo de la preponderancia femenina a escala planetaria.
No hace mucho tiempo, en la televisión española, los hombres se encargaban de los informativos, los reportajes, documentales… y las mujeres hacían los programas de cocina, o los infantiles Ahora, usted se conecta esa prestigiosa televisión y son las mujeres quienes presentan los noticieros, producen los programas de debate, o conducen los paneles de opinión ¡y lo maravillosamente bien que lo hacen las condenadas! Mientras que a los hombres se les ve en las secciones de cocina, con el mandil, el gorrito de chef y picando zanahorias.
Los del cromosoma Y ya hace mucho que perdimos la batalla de los sexos. Pero este dominio femenino no es reciente, sino que viene de muy lejos.
Que ellas mandan, primero me lo dijo mi abuelo, después mi padre, y ahora se lo digo yo a mis hijos, quienes, a su vez, se lo dirán a los suyos, porque, compay ¡con las mujeres no hay quién pueda!