En un escrito anterior decíamos que este era un país ideal para los psiquiatras por cuanto los múltiples avatares sociales, políticos y económicos nos están afectando la psiquis individual y colectiva, o lo que es lo mismo, traqueteando los sesos de cada uno y de todos los dominicanos.
Pero también vemos que es un país para los sastres, esos señores que con bigote y lentes a media nariz, muy serios ellos, quienes con mucha paciencia, tino y arte, hacen trajes, vestidos y camisas para que podamos salir a la calle luciendo nuestra elegancia al mismo tiempo que tapamos nuestras vergüenzas.
Porque lo primero que estamos necesitando, y a toda prisa, es ponernos una nueva guayabera política que sea fresca, ligera, cómoda, de colores claros, pues estamos en el trópico y las telas pesadas y oscuras que han vestido tantos gobiernos hasta el momento, nos han hecho pasar infinitos sudores.
Segundo precisamos de una buena cinta, ya sea en centímetros o pulgadas, para comenzar a tomar muchas medidas, tanto de cintura y de pierna como de hombros y del cuello. Es decir, desde solucionar temas de máxima urgencia como lo es el tránsito que nos lacera los nervios y nos quita millares de vidas, muchas de las cuales podrían ser salvadas, hasta otros asuntos que parecen condenados al ostracismo, como las pensiones de los jubilados y los fantasmagóricos derechos de las personas envejecientes, que nadie conoce.
Tercero, hay que tomar unas tijeras, bien grandes y afiladas y empezar a recortar por esas mangas tan largas del gasto superfluo y las sisas del despilfarro, que tanto daño nos hacen al estrechar nuestro desarrollo. Aquí donde la materia prima más escasa es el dinero, se es muy generoso y hasta derrochadores para lo que nos conviene o comisionamos y, por arte de magia, sacamos del sombrero millones en forma de barrilitos, vehículos oficiales de lujo, viajes a los países del nunca jamás, campañas políticas absurdas y mil disparates más.
Cuarto, tenemos que coser esos enormes agujeros que llevamos en la camiseta de la inversión social y por los que se dejan ver sin pudor alguno una corrupción institucionalizada, la falta de transparencia, el déficit de inversión en la educación y otros muchas carencias que nos ponen a la cola motora de las naciones.
Quinto, hay que pegar botones para ajustar bien la chaqueta y los puños de los presupuestos generales a la medida de nuestras posibilidades, y no tener que recurrir a tantos préstamos internacionales que los acabamos pagando los de siempre, es decir los que estamos encerrados en la celda impositiva de las nóminas. Sexto, debemos ponerle también un «zipper» a la bragueta de los pantalones masculinos y también a los escotes femeninos, para frenar en lo posible los problemas del embarazo temprano de tantas niñas y adolescentes porque con cada uno de ellos se les corta el cordón umbilical de su futuro, y de seguir así, el panorama de la población dominicana será otro. El niño pasará a ser el padre, el padre a ser el abuelo y el abuelo será el tatarabuelo de todo ellos.
Sexto tenemos que ponerle un ruedo a los pantalones, pues se han llevado muy flojos, y esto es en gran medida la causa de todo lo anterior Nos referimos a la Autoridad necesaria para que las cosas caminen como deben ser, combatir la delincuencia que nos mantiene en un estado de temor permanente, o revisar la permisividad de la justicia que suelta por la puerta de atrás a los delincuentes que entra por la de adelante Porque si no tomamos medidas con rapidez vamos a pasar de ser un país de sastres, a un país de desastres. Estamos cerca.