Si al famoso coronel de García Márquez, aquel del gallo tan valioso, no tenía quien le escribiera, los pavos, esas hermosas y exóticas aves de corral que los científicos lo llaman Melagris gallopavo, sí tienen quien les haga un pequeño homenaje en estas épocas festivas, pues lo tienen más que merecido por su notable y sabroso aporte en muslos y pechugas a la humanidad.
El pavo es un animal curioso, que combina dos personalidades diferentes a la vez. Sublime cuando está con todo su plumaje inflado, la cola levantada y abierta en abanico, haciendo unos curiosos sonidos ¨crosh ¨, crosh¨, al frotar unas plumas contra otras, tratando de impresionar a las hembras, y un tanto ridículo cuando camina y actúa en forma normal con unos movimientos timoratos, más propios de gallina asustadiza, que de un ave de tan notable tamaño, pues cuando son adultos llegan a medir 1 un metro de altura y 2 de envergadura, pesando más 20 libras si no están faltos de cuchara, es decir, de maíz, que es su principal alimento.
El pavo es originario de México donde llegó a asociarse a Tezcatlipoca, uno de los dioses aztecas, y allí se le conoce también con los nombres guajalote, güilo, cócono, choncho, chumpipe, totollín y pípila.
Después, con la conquista, los españoles lo llevaron en el siglo XVI a Europa donde se extendió por numerosos países.
Como un efecto de ida y vuelta que da la vida, el pavo llegó a Inglaterra procedente Turquía, y los ingleses lo pasaron a su vez a sus colonias norteamericanas, con el nombre de Turkey (turco).
El pavo ha trascendido entre los humanos para designar algunas de sus formas de comportarse. Igual que el gallo o gallito sirve para describir a alguien que es un tanto chulito o peleón, o gallina al que sale ¨ juyendo ¨ cuando hay peligro, decirle a un muchacho que es un ¨ pavo ¨ equivale a calificarlo de ingenuo, o bobalicón.
El estar en la ¨ edad del pavo ¨ es transitar por un periodo de la vida en que las personas se inician en muchos asuntos sin tener mucha o ninguna experiencia.
En España, por ejemplo, cuando algo no es fácil de llevar a cabo dicen que ¨ no es moco de pavo ¨ -el equivalente del dominicano ¨ no es paja de coco ¨.
En ese mismo país hasta hace sólo unos años, se llamaban ¨ pavos ¨ a las antiguas monedas de cinco pesetas, también conocidas como ¨ duros ¨, y en muchas películas gringas, sobre todo de mafiosos y apuestas del bajo mundo, a los dólares se les traduce a veces como ¨ pavos ¨, o también ¨ machacantes ¨.
Por Navidad, el presidente norteamericano tiene por costumbre indultar en la Casa blanca, uno o varios pavos – como si estos – fueran malhechores, en un acto simplón pero que tiene repercusión mediática a nivel mundial, pues en el Día de Acción de Gracias, 45 millones de ellos en los EUA se despiden para siempre de este mundo cruel.
La carne de pavo, deliciosa si se la sabe cocinar, por su gran producción y bajo precio es ahora un producto muy asequible para las clases populares.
Pero antes del siglo XX, sólo los que tenían muchos recursos económicos podían darse el auténtico lujo de comer pavo en Navidad, y los más pobres, se conformaban con los sufridos pollos, o los gansos que por aquel entonces eran muy abundantes.
Como en todas las sociedades, humanas o animales siempre hay clases y distingos, el pavo tiene un pariente noble denominado Pavo Real, o pavo cristatus – nuestros bellos pajuiles – un galliforme que proviene de la India y desarrolló en su evolución un hermosísimo plumaje en el pecho, cabeza y cola, lo cual le sirvió de indulto para en lugar de ser decapitados, troceados, y engullidos como sucede con sus primos Melagris, pudieran exhibirse por su gran belleza en jardines y parques de todo el mundo ¡Qué listos han sido estos cristatus!