Desde siempre ha existido interés por las incidencias entres las conversaciones de los estudiantes, por ello, el proponer las siguientes conjeturas.
En consonancia con Morellet, considero que es compromiso del docente; hacer del quehacer lingüístico un arte permanente, mostrarles a los alumnos que el buen uso de la lengua nos identifica, que caer en la cotidianidad es darle oportunidad a nuestro léxico para que se acostumbre a vivir evidenciando que se ha perdido el arte del coloquio que heredamos de los europeos.
Demostrar el entusiasmo, orden argumentativo, contacto visual y una sonrisa relajada, es permitir que quien escucha sienta seguridad y veracidad de la información suministrada.
No es por nada que el discurso es considerado una destreza lingüística que concatena diversos procesos, desde lo social y cultural, hasta lo cognitivo; sin embargo, es notorio el uso de diversas muletillas adquiridas del contexto, heredadas de familiares o quizás de algunos profesores que cuando se ha presentado el fenómeno no intervinieron de inmediato.
Puede ser que se esté condicionado para responder rápidamente o quizás sea una condición innata, lo seguro es que cuando se responde sin pensar, solo para impresionar, aparentar que se tiene información suficiente o para no quedarnos en silencio, podemos cometer diversos errores, entre estos, no lograr la intención comunicativa.
Diversos escritores han considerado que las muletillas se usan como emergencia a la hora de expresarnos, no obstante, empobrecen el discurso, nuestros mensajes caen en la cotidianidad de solo querer comunicarnos de la manera más cómoda.
Sería bueno echar un vistazo a las más comunes y comprobar si con estas, aunque se esté cómodo, se logran los efectos deseados.
Recordemos que no siempre se estará frente al mismo público, que no siempre se estará frente al mismo grado intelectual, pero, sobre todo, que no siempre se persiguen los mismos efectos comunicativos; entre estas están: pues nada, ni modo, pero, eh, a ver, mmm, ¿se entiende? Ok, ¿sabes qué?, verdaderamente, así es, tal cual.
El ser humano compone el conocimiento asimilando la información recibida, si esta llega desordenada, asimismo será su uso, pues es evidente que estamos confiado/a en aquella persona que comunica, que no nos detenemos a verificar si era el mensaje que se quería comunicar.
Como es bien sabido, la competencia comunicativa puede variar en función de cómo sean las interacciones mencionadas, pues, no solo se debe articular sonidos lingüísticos, es necesario arribar a un fin definitivo “lograr los efectos deseados en el que escucha”.