Termina el año 2023 con la tranquilidad que puede proporcionar una tregua del quehacer político.
En República Dominicana la política no es mera actividad social, es toda una industria que de forma masiva ocupa a jóvenes y adultos de ambos sexos.
Como los dirigentes de los partidos políticos, grandes y pequeños se acogieron al llamado a tregua por la temporada navideña, es de esperarse que con la reanudación de la campaña todos aplicarán el acelerador para recuperar el tiempo que tuvieron en receso, toda vez que las elecciones municipales de febrero están al doblar la esquina.
Tenemos que enfatizar la trascendente importancia de las elecciones tanto las de febrero como las de mayo. Todos los ciudadanos mayores de 18 años en febrero serán convocados a las urnas para ejercer el sagrado derecho al voto para escoger las nuevas autoridades o ratificar a las que se han repostulado.
Hay que decir que la población votante ha madurado en cuanto a la cultura política de agresiones. Años atrás se producían trifulcas y enfrentamientos entre grupos rivales entre simpatizantes y candidatos de partidos diferentes.
Ahora no se producen encontronazos entre grupos ni en la zona rural ni urbana. La cultura política prevaleciente consiste en la compra-venta del voto.
No vamos a cuestionar a las personas necesitadas que negocian su voto. Sabemos que es una vulgar manera de vender sus simpatías y conciencia política, pero es preferible a que protagonicen riñas que muchas veces dejaban heridos y muertos.
Si la violencia es por pasiones políticas equivale a primitivismo, vender la conciencia expresada en el voto por dinero es, sencillamente, miseria de cuerpo y alma.