A Cleo
“Y quiero un coro de pajaritos”
Así decía mientras caminábamos hacia el templo esa tarde.
Pequeños, todos, caminamos con ella.
Una esfera blanca de luz resplandecía.
Los chocolates pintorescos recompensaban el tanto correr en el día. Huevitos.
Si solo hubiese sabido que sentiría este mar infinito de fieles amores,
le hubiese dicho cuánto la amé sin saberlo.
Y es que necesito escuchar su voz, su risa, su quejar tan mensajero.
Siento que la tuve y la perdí.
Porque no sabía cuán corto es el tiempo, no supe y no sé hacer de la realidad un mundo tangible donde cupiera la fragilidad de nosotros mismos.
Si solo hubiese sabido que sentiría este mar infinito de fieles amores,
le hubiese dicho cuánto la amé sin saberlo.
Porque me resultaron utópicas aquellas palabras.
Penas, un sobresalto.
El espacio que le mostró la vida imparable y yo que no sabía, era una despedida.
Pero ¿cómo llegamos al hoy?
Cómo continuamos sin siempre pensar en ellos.
“Yo quiero un coro de pajaritos”
Esa necesidad de brío y subsistencia fuiste.
Eres
José Gabriel Abreu Castaño, 2024