Desde hace unos días estoy pensando en las divulgaciones en las redes sociales, pues, estas son utilizadas para compartir todo cuanto ocurre, sin embargo, es preciso reconocer que estas muestran más evidencias que resultados.
En ocasiones se observan matrimonios felices, padres que se aman, hijos obedientes, resoluciones a problemas comunes, cenas compartidas con el único propósito de vivir soportándonos, fotos con sonrisas hipócritas, instituciones queriendo aparentar tener la mejor estrategia de marketing para vender sus productos, ¡ufff! Son muchas publicaciones.
Todavía me cuestiono, ¿El título del artículo encara esta realidad? Pues, quizás haya uno más apropiado, lo cierto es que para decir que nuestras vidas están a la intemperie solo hay que ser observador.
Como van las cosas se puede ser predecible en cuanto a las futuras generaciones, pues para nadie es un secreto que nuestros jóvenes han experimentado herramientas tecnológicas desde muy temprana edad, por ende utilizan más las redes sociales que los que solo han tenido acceso hace unos cuantos años, es decir que, no hay que ser un analista para darse cuenta que nuestros chicos prefieren durar horas utilizando estas herramientas que, leyendo un libro, explotando su intelecto en los estudios, soñando en ser un profesional que satisfaga los estándares de la sociedad en que vive, y, por qué no, en ser el presidente de su país.
Las mentiras ganan partidas, pues con la facilidad de interacción y cercanía con compañeros, amigos y familiares, se persuade a la mayoría, además de que estas garantizan menor aislamiento y que la soledad sea casi nula, sin embargo, con esta mayor autonomía se persuade a la mayoría.
Se observan razones totalmente absurdas encarando el uso excesivo de los medios. No es un secreto, la tecnología ha venido a revolucionar el mundo, pero ¿qué sucede cuando nuestras vidas caen en manos de los desenfrenados usureros? Pues ya no es nuestra, otros hacen lo que le plazca con nuestros asuntos y, lo peor de todo es que estos se justifican haciendo creer que no dañan a nadie, que como se está en el siglo xxI, es tendencia que las personas se pasen horas hurtando en las vidas ajenas, más si existen vías que oculten la identidad de quien hurta, además, se entiende que esta actividad no ocasiona mal alguno, por ende, carece de importancia.
Es bien sabido, la mente es el control del cuerpo, si esta es manejada como instrumento de ganancia, generará múltiples beneficios: Mejor racionalización de las informaciones recibidas, poder relacionar el mensaje con el contexto en que se produce, invalidar datos irrelevantes, nutrirse de informaciones verídicas, utilizar vías que aporten en el desarrollo: personal, intelectual y social; en efecto, se vivirá utilizando redes sociales sabiamente.
Un día exclamé ¡Qué pena ser el payaso/a de la historia, aquel/ella que está a la merced de cualquiera, quien no tiene respeto por su propia vida!
Es cierto que es un privilegio el tener acceso a múltiples informaciones, a comunicar las percepciones que se tengan sobre ciertas cuestiones, poder encontrar hasta el estado de ánimo de otros, pero, esto es bueno, ¡¿Para qué o quién?¡