El ser humano, por su naturaleza, está expuesto durante todas las etapas de su vida a la enfermedad y la muerte, y es por ello que desde tiempos remotos ha buscado remedios naturales para mejorar su salud y así guindar los tenis lo más tarde posible.
Veamos algunos casos curiosos. Hace más de cincuenta años, en la España de la posguerra, se cultivaba en las despensas las casas el hongo llamado pinicillium (a partir del cual el Dr. Alexander Fleming descubrió la penicilina) en un caldo de cultivo de sabor y olor un tanto repugnante y que se bebía por sus propiedades bactericidas pues, según decían, curaba las mil y una dolencias posibles. Al ver que los milagros no ocurrían como se esperaban, el pobre hongo fue reubicado en el cubo de la basura.
¿Quién no se acuerda del fenómeno del Ginseng? la raíz con forma humana originaria de las zonas frías de China y Corea que causó una verdadera conmoción en todo el mundo pues aumentaba la vitalidad, funcionaba como un potente afrodisíaco y, por si fuera poco, prometía toda una longevidad a lo Matusalén. Ya la época dorada del Gingseng, su panamá, pasó.
En fechas más recientes apareció la uña de gato, una flor parecida a las garras de ese felino procedente de una trepadora de las selvas de Perú. Estuvo en boga porque con su afilado poder curativo iba a arañar el cáncer y destruirlo, al igual que a la leucemia y el herpes. No obstante a sus reconocidas propiedades, la uña parece haberse escondido en entre los dedos de gato.
Algo menos conocido es el Goji, una baya ovoide de color rojo o anaranjado que crece salvaje en las misteriosas montañas del Tibet, y por sus grandes propiedades antioxidantes se le conoce como el elixir de juventud, y por si esta promesa fuera poco, tiene nada menos que otras cuarenta y cinco propiedades curativas.
Últimamente, se ha estado poniendo de moda nuestra querida Guanábana, por atribuirle fuertes propiedades anticancerígenas, así que el número de creyentes de la sabrosísima champola habrá aumentado considerablemente.
Ahora, le toca el turno a la Moringa planta oleífera originaria de la India que viene apadrinada por el ya longevo Fidel Castro, quien astutamente pretende convertirla en una riqueza para Cuba.
Las hojas secas de Moringa, según los análisis de sus apologistas, tiene 27% de proteínas, lo que equivale a un huevo ¡pobrecitas gallinas!, 10 veces más vitamina A que las zanahorias, 15 veces más potasio que los guineos y 25 veces más vitamina C que las naranjas ¡se acabaron los puestos de frutas!, 25 veces más hierro que las espinacas ¡Si lo hubiera sabido Popeye, el marino!, 17 veces más proteínas que la leche ¡se fuñeron las vacas! ¿Y qué decir de sus prodigios curativos? Protege el hígado ¡atención bebedores¡ Reduce el azúcar de la sangre ¡atención diabéticos! Activa el crecimiento del pelo ¡atención calvos! Es antianémica ¡atención enclenques! Mejora la alerta mental ¡atención lerdos! Activa la memoria y la capacidad de aprendizaje ¡atención malos estudiantes! y así mil maravillas de sanación más.
Tendremos que decir adiós a las farmacias, adiós a los médicos, adiós a los supermercados, adiós a los ganaderos y avicultores… bastará comprar en los mercados un par de libras de Moringa a la semana y todo resuelto… sobre todo para los bolsillos de quienes la van a comercializar ¿A quién le tocará el próximo turno de redimirnos de nuestros humanos padecimientos? ¿Será la bella trinitaria? ¿El simpático moriviví? ¿El dedo tercero de la pata trasera izquierda del popular saltacocotes? Vaya usted a saber. Mientras tanto, anímense a encontrarlo ¡Hay una fortuna en juego!