El panorama actual del Partido Revolucionario Moderno (PRM), se concentra en aquel refrán: “El que tiene lágrimas hondas comienza a llorar temprano”, y no hacemos referencia a una pena profunda o un qué dolor lacera.
Desde que se escuchó la palabra “No voy en el 2028” empezó el avispero, la voz interna de algunos dirigentes del partido de gobierno resonaba entre voces claras, al principio, por vergüenza, muchos no mostraban su intención, pero en pleno 2025 sin parangón alguno claramente apelan a la frase: “Yo voy”, haciendo sus diligencias, llorando desde temprano.
Es como la frase del poeta León Felipe: “Voy con las riendas tensas y refrenando el vuelo porque no es lo que importa llegar solo ni pronto, sino llegar con todos y a tiempo”, para muchos, el vuelo será seguro con actitud de cautela y control, pero otros tendrán que esperar su autorización, refrenar sus alas y hasta darle riendas sueltas al círculo que pertenecen.
Carolina Mejía, actual alcaldesa del Distrito Nacional, Guido Gómez Mazara, director ejecutivo de INDOTEL, el ministro de Turismo David Collado, Wellington Arnaud director de INAPA y Eduardo Sanz Lovaton (Yayo), entre los principales funcionarios que tienen públicamente sus cartas sobre la mesa, no solo eso, también en las diferentes demarcaciones afilan su listado para cobrar favores pasados y llevar facturas a quienes algunas vez salieron beneficiados en cargos y puestos claves. No olviden que favor con favor se paga.
Notamos que los presidenciables se reúnen como ladrones en la noche, y aunque algunos han expresado apoyo sin medida otros prefieren quedarse en anonimato hasta ver qué caballo asuma el “galope” con mayor velocidad, es decir, mirando de lejos para montarse sin caer.
Ante esta realidad explicada el que tiene la tarea más complicada es el presidente Abinader, pues los presidenciables tienen especie de “mini-gobierno” grupitos organizados en cinco equipos que pueden estar juntos pero jamás revueltos, una acción perenne de los actuales dirigentes.
Le corresponde al mandatario poner orden en la casa o dejar que sus “presidenciables-funcionarios” sepulten sus acciones en el afán desmedido de poder.
