San Francisco de Macorís, R.D. – Al cumplirse el 60 aniversario de su caída en combate, diversas instituciones sociales, educativas y culturales rindieron homenaje este lunes 19 de mayo al coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, figura clave del movimiento constitucionalista de 1965.
El acto conmemorativo tuvo lugar en el parque Juan Pablo Duarte, frente a la estatua del patricio, donde fueron depositadas ofrendas florales en memoria del héroe nacional. La actividad fue organizada por la Fundación Coronel Fernández Domínguez, junto a la Fundación Caamaño, el Club Gregorio Luperón y otros colectivos estudiantiles, populares, sindicales y culturales de la ciudad.
El evento inició con la entonación del Himno Nacional y del Himno de la Revolución de Abril. Luego, Vicente Antigua, presidente de la Fundación Caamaño, ofreció las palabras de bienvenida a los presentes. Las palabras centrales estuvieron a cargo del maestro Roberto Santos Hernández, quien exaltó la valentía, el compromiso democrático y la visión patriótica del coronel Fernández Domínguez.
“El coronel Fernández Domínguez fue un oficial de principios firmes, que murió tratando de restablecer el gobierno constitucional del profesor Juan Bosch, derrotado por los sectores más conservadores del país”, expresó Santos Hernández.
La jornada patriótica concluyó con la lectura de un poema dedicado al coronel de abril, escrito por la maestra Margarita Pantaleón y leído por el profesor Sixto Gabin, en honor a su legado histórico y su lucha por la institucionalidad democrática.

Un legado de ideales y firmeza democrática
Fernández Domínguez nació en 1934 en la provincia Valverde, hijo del general Ludovino Fernández y de Erminda Domínguez. Ingresó al Ejército en 1953 y más tarde pasó a la Aviación Militar Dominicana. Su ascenso fue rápido, y en 1963 el presidente Juan Bosch lo nombró director de la Escuela Militar Batalla de las Carreras.
Fiel al poder civil y con profundas convicciones democráticas, Fernández Domínguez intentó prevenir el golpe de Estado contra Bosch en septiembre de 1963, sin éxito. Más tarde fue enviado a España como agregado militar durante el régimen del Triunvirato, y desde el exilio inició la organización de un movimiento revolucionario con militares leales para restituir el orden constitucional sin necesidad de nuevas elecciones.
Tras regresar al país en diciembre de 1964, se reunió con el coronel Francisco Alberto Caamaño, con quien afinó los planes que más tarde darían lugar al estallido de la Revolución de Abril. El 19 de mayo de 1965, cayó abatido en un intento de tomar el Palacio Nacional en plena guerra civil, convirtiéndose en uno de los mártires más representativos de la causa constitucionalista dominicana.
Su legado, recordado con solemnidad en San Francisco de Macorís, continúa inspirando a generaciones que valoran la democracia, la justicia social y la dignidad nacional.