Chinos, árabes y españoles con sus descendientes constituyen importantes fuerzas en las actividades económicas de San Francisco de Macorís, con inversiones en diferentes áreas productivas.
La inmigración de estos grupos sociales a la República Dominicana comenzaron a producirse poco después de la separación de Santo Domingo de Haití en 1844. El país comenzó a recibir flujos migratorios de asiáticos, árabes y europeos como parte de la política que establecieron los grupos de poder orientada a blanquear a la nación dominicana.
A San Francisco de Macorís llegaron grupos de extranjeros emprendedores y progresistas cuyos aportes al progreso material y al desarrollo se hacen palpables tanto como legado de disciplina y dedicación al trabajo, como por su estilo de vida decente y digna.
En otras palabras los descendientes de estos extranjeros siempre están dedicados a actividades productivas y al estudio. No se ven en las calles pedigüeños que desciendan de esos grupos que llegaron en tiempos pasados, ni de los que vinieron más recientes. Tampoco se involucran en problemas policiales ni judiciales lo que significa que son ciudadanos de conducta ejemplar, respetuosos de las leyes y normas del país.
El primer grupo de extranjeros que llegó a esta ciudad de San Francisco lo componía una docena de nacionales chinos procedentes de Cuba en una rústica embarcación tipo balandro huyendo de la explotación como esclavos a que los tenía sometido el régimen español que gobernaba aquella isla.
Los chinos llegaron a San Francisco de Macorís ligeros de equipajes, es decir, con la ropa que tenían encima e indocumentados, ya que no trajeron ni un papelito en sus bolsillos. Así las cosas decidieron darse a conocer con los nombres españoles que les habían puesto en Cuba sus verdugos explotadores. Por ejemplo José Añil, en su idioma era Mang Gi, Paulino Gómez (Papalino) en chino era Sing Sama.
El grupo de chinos con nombres españoles lo completaban José Socorro (padre de la educadora Antera Mota quien ejerció su magisterio en Puerto Plata), José Sanz, Etanislao Díaz, José Victorio, Escolástico Díaz, José Martínez y Domingo Rosario. (Tomado del libro San Francisco de Macorís Intimo, Pág.18, escrito por el profesor Eugenio Cruz Almánzar, edición encuadernada sin más datos acerca del año de publicación ni nombre de la empresa que lo imprimió).
Estos chinos se dedicaron primero a la agricultura y después a las actividades comerciales llegando algunos a acumular grandes fortunas que pasaron a manos de sus descendientes.
Más recientes arribaron a esta ciudad nuevas generaciones de chinos, unos siguiendo las huellas de sus antepasados, otros en busca de mejores horizontes. De las nuevas generaciones de chinos que arribaron a esta ciudad podemos citar a los señores Francisco Joa, padre de Can Sing Joa y tío de Luis Joa propietario del Supermercado El Palacio. Llegó en barco en la década de 1930 porque no había vuelos comerciales de líneas aéreas; Luis Shing Joa, padre de Luis Joa, en 1948; Can Shing Joa, en 1950; Hipólito Lee y Chichí NG. En 1986 llegan miembros de la familia Xie parientes de doña Susana NG segunda esposa de don Chichí el papá del licenciado Siquio.
La familia Xie, de las más recientes en llegar, tiene inversiones en relojería, joyería y salones de belleza, mientras que las familias más tradicionales y muy conocidas tienen inversiones en comercio general como supermercados, ganadería, restaurant, financieras y negocios de vehículos.
Nuevas áreas de negocio en que ahora intervienen chinos que llegan a esta ciudad son los de comida rápida como pica pollos e implantes de uñas acrílicas en salones de belleza.
Otro grupo migratorio de gran incidencia en San Francisco de Macorís tanto en la economía como en la política lo constituye el que llegó del Medio Oriente llamados árabes o turcos.
En esta ciudad son muy conocidas y apreciadas las familias Rizek, Ramia, Esmurdoc, Acra, Abukarma, Lajám, Elhage mejor conocida como Haché; Tillán, Khoury, Qwais, Asilis, Kaluche, Achécar, Yangüela, Chabebe, Chaljub, Atallah, Saba, Kalaf y Yeger.
Estas familias tienen intereses en agricultura, comercio, ganadaría y muchos de sus descientes han cursado carreras profesionales que hoy ejercen.
Desde Europa, fundamentalmente de España, se radicaron en San Francisco de Macoris a partir 1939 las familias González Burell, Adrián, Rey Casal, Pérez Fernández, Munné, Palmero, Roig, Alvarez Peniza, Sobrino, Alonso-Fajar cuyos integrantes están dedicados a actividades productivas como agricultura, industria y comercio entre otras.