Que quede bien claro a la vista hasta de los ciegos y que retumbe los oídos de plomo de los insensibles vivebien :
El país donde se sufre hambre e injusticia no es patria de nadie.
El 85 porciento de la población dominicana pasa hambre e injusticia en sus diferentes manifestaciones.
A usted amigo lector, le sugerimos que no se deje deslumbrar por el creciente número de vehículos de lujo y de los autos Todo Terreno que se desplanzan por avenidas, calles, caminos y trillos de República Dominicana, para hacernos creer que este país ha progresado en 50 años de democracia política.
La verdad verdad es que si sumamos los vehículos chatarras, las motocicletas del mototaxi o taxi del pueblo, la cifra desborda por mucho la cantidad de las máquinas de los tutumpotes.
Con las viviendas usemos los mismos parámetros. Visualizamos torres de apartamentos, bellos conjuntos residenciales, grandes urbanizaciones con vistosas residencias de diversos niveles y las cómodas casas horizontales individuales situadas en campos y ciudades.
Confrontemos a esas residencias con las casas de interés social, las básicas, las marginales, bohíos, chozas, tugurios y otras de estructura e imagen visual degradante.
Este conjunto viviendista es techo y cobija de la masa poblacional pobre, depauperada y paupérrima que durante la etapa de democracia política de 50 años que tiene el país, dejó de aumentar de forma aritmética para multiplicarse a escala geométrica.
Observemos también las estadísticas y registros de accidentes con resultados de muertes, lesiones graves o que dejan guiñapos permanentes.
Hay que subrayar que quienes se transportan en autos de lujo o en vehículos Todo Terreno, no se accidentan; tienen percances. Si mueren o quedan lesionados es porque conducían a velocidades meteóricas, perdieron el control y se fueron a la barandilla o chocaron contra un árbol.
Sin embargo, los fallecimientos por accidentes de motocicletas en el país se cuentan por miles y constituyen una de las principales causas de muertes.
Más que una epidemia que se caracteriza por factores causales que cuando se identifican pueden erradicarse, los accidentes en este país son verdadera pandemia, pese a que están identificadas y cuantificadas las causas, no ha sido posible ni siquiera reducir sus trágicas consecuencias que se reflejan en muertes, guiñapos y lesionados graves, cuyas víctimas son personas jóvenes en edad económicamente productiva.
Desde ahora EL JAYA inicia la coordinación con personas e instituciones, de acciones preventivas con jornadas de educación, no sólo para disminuir la ocurrencia de accidentes y muertes en motocicletas, sino para erradicarlas.
Estamos convencidos que sólo las jornadas de educación, movilizando la voluntad colectiva de los diferentes segmentos de la comunidad, puede ayudarnos a superar el país caótico, de hambre y de injusticias en que vivimos.
Y tenemos que comenzar esas jornadas educativas ahora, iluminados por la gracia y la protección de Dios, en nombre de Juan Pablo Duarte en el bicentenario de su nacimiento.