
El 15 de septiembre del 2018 se cumplen 50 años de haber sido llamado a la casa del Padre el sacerdote alemán José Kentenich, fundador del Movimiento Apostólico de Schoenstatt; y es que mientras avanzaba unos de los años que vio suscitar, en todos los sentidos, los cambios más revolucionarios de la modernidad, el 15 de septiembre del 1968 se apagó físicamente, en la sacristía de la Iglesia de la Adoración en el Monte de Schoenstatt e inmediatamente después de haber presidido la Misa, la vida fructífera y señera de uno de los sacerdotes más destacados del siglo XX o como le definiera el Papa Pablo VI en el 1970: “meritorio sacerdote y padre espiritual”, quien padeciera en carne propia los efectos de la Primera y Segunda Guerra Mundial.
Débil de salud desde su nacimiento; fuerte de espíritu desde que tomó conciencia de la misión que tenía en sus manos. Huérfano a temprana edad, estudioso visionario de su propio futuro y del futuro de la Iglesia.
Hay fechas en su vida que explican su gallardía, su confianza en Dios y su irrenunciable amor a la Iglesia: Nacido en el 1885, entra en el orfanatorio de Oberhausen en el 1894 y en el seminario de los Padres Palotinos en el 1904; fue ordenado sacerdote en el 1910 y se convierte inmediatamente en profesor del seminario y dos años más tarde (1912) en su Director Espiritual; el 18 de octubre del 1914 lanza el “programa”, a un grupo de seminaristas, de “formarse como personalidades libres, recias y sacerdotales”; este encuentro dio inicio a la constitución del Movimiento Apostólico de Schoenstatt. Hasta el 1941 se dedicó a dar retiros y delinear la obra que entendía el Señor había confiado a sus manos para hacerla germinar; desde el 1941 hasta el 1945 se convierte en el prisionero 29392 de Gestapo; para el 1947 ya su obra se había extendido y, por esta razón, se dedica a viajar por los países para animar los que se habían adheridos al Movimiento; los años del 1951 al 1965 los vivió en Milwuakee, Estados Unidos, separado de su fundación por disposición de la Iglesia; mientras que los últimos tres años de su vida (1965-1968) los pasó consolidando a Schoenstatt.
La Obra de Schoenstatt se caracteriza por tener una estructura que no encuentra paralelo en la Iglesia. El Movimiento mira hacia todos y propone diferentes ramas: grosso modo, Schoenstatt está organizado en Institutos, Federaciones, Liga y Movimiento popular o de peregrinos, independientes entre sí y, sin embargo, unidos todos a la vez por su vinculación en la Alianza de Amor, que es un llamado a vivir el Bautismo desde la Virgen María.
La ciudad de Tenares fue la cuna para recibir en el país la llegada de la Mater Tres Veces Admirable y Vencedora de Schoenstatt, hace ya más de 50 años.
En la actualidad, el Movimiento se encuentra diseminado en los 5 continentes y en todas las Diócesis de la República Dominicana. La presencia más visible se percibe en el Santuario de Getsemaní, en San Francisco de Macorís y de La Victoria, en Santo Domingo: dos enclaves de la espiritualidad schoenstattiana caribeña.