Por Janett Polanco
Tradicionalmente se afirmaba que la metáfora era simplemente una figura retórica en la que se sustituía, en virtud de una analogía semántica, el nombre de una cosa por otra, logrando así una transferencia de sentido. Sin embargo, Lakoff y Johnson (1980) acertaron en declarar que «la metáfora impregna la vida cotidiana, no solamente el lenguaje, sino también en el pensamiento y la acción» y que «la esencia de la metáfora es entender y experimentar una cosa en términos de otra» (Lakoff y Johnson 1980: 41).
En estudios llevados a cabo por estos reconocidos lingüistas de las corrientes generativas y cognitiva demostraron que las actividades mentales de los seres humanos obedecen a patrones de experiencia en la vida cotidiana. En dichas posiciones teóricas se ha indicado por mucho tiempo que los usos de la metáfora conforman un mecanismo de asociación de los conceptos con las palabras.
También que no es un proceso pleno o exclusivo del acontecer literario, sino que constituye un proceso cognitivo inherente a la mente humana y que está relacionado con procesos mentales de identificación y conceptualización de los contenidos semánticos en las palabras y en las estructuras gramaticales en una relación analógica con el mundo.
Así, una expresión metafórica no es más que la evidencia lingüística de un fenómeno, acción u objeto que ha sido comprendido, conceptuado o experimentado en términos de otro. La metáfora se comporta como un recurso cognitivo que nos permite acercarnos a la realidad, abstraerla, conceptualizarla, nombrarla, reflexionar sobre ella y transformarla.
Para dar una idea de lo que podría significar que un concepto es metafórico y que ese concepto estructura nuestra actividad cotidiana, los afamados lingüistas proponen el concepto “discusión” y la metáfora conceptual “una discusión es una guerra”.
Esta metáfora se refleja en nuestro lenguaje cotidiano en una amplia variedad de expresiones o frases que envuelven el concepto guerra. Muchas de las cosas que hacemos al discutir están estructuradas parcialmente por el concepto guerra: atacar, defensa, contraataque, ganar, perder, oponente, planear.
Un segundo ejemplo, “el tiempo es dinero”.
En la cultura americana el tiempo es dinero de muchas maneras: las unidades de las llamadas telefónicas, los salarios por horas, los precios de las habitaciones de hotel, los presupuestos anuales, los intereses en los préstamos, etc. Estas costumbres se van generalizando en toda la cultura occidental, por lo que el tiempo va cobrando valor cuantitativo.
Tanto “el tiempo es dinero” como “el tiempo es un recurso limitado” y el tiempo es un objeto valioso” son conceptos metafóricos. Son metafóricos desde el momento en que estamos usando nuestras experiencias cotidianas con el dinero, los recursos limitados y las cosas valiosas para conceptualizar el tiempo a sabiendas que estas experiencias están íntimamente ligada a cultura.
Una de las características de la cognición humana es la capacidad de obtener información del entorno a través de la percepción, de la experiencia, de inferir nuevo conocimiento a partir del adquirido, de guiar nuestra acción a partir de la evaluación de esos conocimientos.
Todas estas capacidades cognitivas son esencialmente representacionales mentales que a su vez tienen un significado
Las metáforas se clasifican de acuerdo al contexto, por ejemplo, tenemos las metáforas orientacionales: estas orientaciones espaciales surgen del hecho de que tenemos cuerpos de un tipo determinado y que funcionan en nuestro medio físico.
Se contextualiza a través de los ejes del cuerpo: arriba-abajo, dentro-fuera, delante-detrás, profundo-superficial, central-periférico.
El concepto “arriba” genera metáforas tales como: me siento alto, eso me levantó el ánimo, se me levantó la moral, pensar en ella me levanta el ánimo, tiene una elevada posición. Como vemos la palabra “arriba” se relaciona con felicidad, poder, status, grandeza, erguido, alto.
El concepto abajo genera metáforas de pobreza, tristeza, enfermedad, depresión, clase social… Ejemplos comunes son: Me siento con el ánimo en el suelo, tiene baja autoestima, tiene baja reputación.
Somos seres corpóreos que nos movemos en el espacio, lo percibimos e interactuamos a través de nuestro cuerpo según te sientas emocionalmente, el status social, los valores, la cultura, el bienestar físico y espiritual, el aspecto físico, la postura.
De ahí surgen la frase “Alante, alante” cuando una persona está actualizada. “Este trabajo me ha resultado cuesta abajo” cuando un trabajo es difícil. “Te has dado grande” cuando progresas económicamente y social.
La cantidad y la escasez se relacionan con arriba y abajo: “los precios suben”, “las ventas bajan”, “la Bolsa de desploma”…
Lo bueno se relaciona con arriba y lo malo con abajo: “personas de clase alta o baja”, “preferimos tener pensamientos elevados y evitamos las bajas pasiones”, “hay que levantar la moral y no caer en una depresión.
Metáforas ontológicas: son formas de considerar acontecimientos, actividades, emociones, ideas, como entidades y sustancias. Razonar sobre ellas es categorizarlas, agruparlas y cuantificarlas.
Por ejemplo, conceptualizamos nuestro campo visual como un recipiente. Se trata de una metáfora natural, que resulta del hecho de que cuando miramos hacia algún territorio ya sea cielo o tierra, el campo visual es un espacio físico limitado, el concepto metafórico “los campos visuales son recipientes”.
Así podemos decir: Ahora está fuera de mi vista, sal de mi vista, no hay nada a la vista.
La metáfora de tipo ontológicas son aquellas que nos permiten entender nuestras experiencias en términos de objetos y sustancias. Elegimos nuestras experiencias cotidianas mediante estas metáforas. A los diversos fenómenos naturales tratamos como entidades discretas o sustancias de un tipo uniforme (Lakoff y Johnson 1995: 63).
Por lo tanto, las metáforas ontológicas nos dan la posibilidad de explicar sus modos de ser, sus principios, sus formas de actuar, etc., de los diversos fenómenos.
A partir de esta identificación podemos categorizarlas, agruparlas, alcanzamos a cuantificarlas y de esta manera razonamos sobre ellos.
Lakoff y Johnson, agregan, «nuestra experiencia con objetos físicos, especialmente nuestros propios cuerpos proporciona la base para una variedad extraordinaria de metáforas ontológicas, es decir, formas de considerar acontecimientos, actividades, emociones, ideas, etc.
A continuación muestro ejemplos de cómo podemos seleccionar un concepto y relacionarlo con elementos cotidianos.
La causa por el efecto: “Los niños son la alegría de la casa”, para referirse a la felicidad que produce su presencia.
- • El continente por lo contenido: “Beberse una taza”, en referencia a beberse el contenido de una taza
- • El símbolo por lo simbolizado: “Juraron lealtad a la bandera”, para decir jurar lealtad al país.
- • El lugar por lo que en él se produce: “Tomar un oporto”, en referencia al vino de Oporto.
- • El autor por la obra: “leer a Cervantes”, para decir leer las obras escritas por Cervantes.
- • La parte por el todo: “Defender la red de su equipo”, para referirse a la portería.
- • El todo por la parte: “Lavar el carro”, para hacer referencia a la carrocería.
- • La materia por el objeto: “Pintó un lienzo”, para designar una pintura sobre una tela.
- • El nombre del objeto por otro contiguo a él: “Se acomodó el cuello de la camisa”, en referencia a la parte de la camisa que cierra en el cuello.
- • El instrumento por el que lo utiliza: “Es el mejor pincel de París”, para referirse al pintor.
Las ideas son comida: Lo que dijo me dejó mal sabor de boca.
Las ideas son plantas: Costará años que florezca plenamente esta idea.
Las ideas son productos: Su productividad intelectual ha declinado en los últimos años.
Las ideas son dinero: Es rico en ideas.
Tiene abundancia
El amor es locura: Estoy loco por ella.
El amor es magia: Ella me hechizó. La magia se ha ido.
La riqueza es un objeto escondido: Está buscando su fortuna.
Hace gala de su recién encontrada riqueza.
El efecto emocional es contacto físico: La muerte de su madre fue un duro golpe para él.
La vitalidad es una sustancia: Está desbordante de vigor y energía. Desborda vitalidad.
Evidentemente, en la rutina diaria podemos escuchar expresiones metafóricas que pasan inadvertidas por su uso natural donde entra en juego la sistematicidad, es decir es parte de la facultad del lenguaje. .En cada uno de estos ejemplos aportamos una metáfora.
Un concepto se ajusta a una experiencia, por medio de la conceptualización.
Y al identificar lo que es importante, podemos categorizar la experiencia, entenderla y recordarla.
Hemos visto que la metáfora impregna nuestro sistema conceptual.
Hay muchos conceptos importantes que son abstractos o no están claramente delineados en nuestra experiencia (las emociones, ideas, el tiempo, etc), que es necesario que los captemos por medio de otros conceptos que entendemos con mayor claridad (orientaciones espaciales, objetos, etc). Esta necesidad conduce a la definición metafórica.
Comprendemos el mundo a través de nuestras experiencias más que de conceptos aislados ambiguos que terminan olvidados.
Como sabemos las experiencias son producto de la relación de nuestro cuerpo, la interacción con el medio ambiente físico y la interacción con otras personas.
Se puede afirmar que con la rutina del diario vivir podemos inventar y reinventar infinitas expresiones metafóricas y sobre todo entender que están relacionadas con la experiencia de cada individuo.
El pueblo, la sociedad en general con sus hablantes de todos los estratos sociales tiene un caudal de conocimiento empírico.
Solo es cuestión de mirar a nuestro alrededor y observar gestos, escuchar cada hablante con sus particularidades, viajar en transporte público e ir analizando el habla cotidiana. Escuchar el vocablo de los niños, jóvenes y adultos.
Esas experiencias nos ofrecen un caudal de informaciones en torno a la evolución de la lengua y sus características.
En nuestra práctica docente podemos aplicar la tesis del libro “Metafora de la vida cotidiana”.
Combinar la memorización de conceptos y relacionarlo con las experiencias de la vida cotidiana. Donde ellos palpen sus experiencias y relacionen los conceptos creando nuevas vivencias que le servirán en cada etapa de su vida.
Las metáforas no sólo se manifiestan a nivel lingüístico, sino que invaden nuestra vida artística, intelectual, social, psicológica y cultural (películas, cuadros, edificios, publicidad, interpretación de los sueños, mitos, símbolos culturales, etc.).
Por ello una mayor sensibilidad hacia la metáfora en el campo lingüístico puede ayudarnos a descubrir metáforas en otras áreas de la experiencia humana.
Janett Polanco
Maestra de Lengua Española en el Politécnico Vicente Aquilino Santos.
Doctorando en Lengua y Literatura. (PHDc)