Los alrededores de los liceos Manuel María Castillo y Doctor José Francisco Peña Gómez, que despachan desde los locales de las escuelas Manuel María Castillo y Padre Brea, se han convertido en tierra de nadie o zona libre de combates entre estudiantes y agentes policiales.
Ese panorama de anarquía, si se puede llamar anarquía, era propio del liceo Ercilia Pepín y la escuela Eugenio Cruz Almánzar en la década del 70, con la diferencia que desde los mismos se luchaba por reivindicaciones de interés general, bajo el mandato de líderes estudiantiles de incuestionable postura revolucionaria, como Milton Diloné, Tancredo Vargas, William Mieses y Joc Paulino, entre otros de la UNER, Flavio Suero y Vanguardia Estudiantil.
Los dirigentes estudiantiles citados gozaban del aprecio y respaldo de la gran mayoría del pueblo, porque se sentían representados en cada lucha contra la tiranía ilustrada del gobierno de Balaguer. En las décadas siguientes resurgieron Salvador Then, Víctor Romano, Sixto Gabín, Eddie Muñoz y Joel Martínez, pero su liderazgo no fue suficiente para disciplinar las protestas y justificar las mismas de cara al pueblo que no quiere seguir arrodillado ante la pobreza y gobiernos corruptos.
Los comerciantes y quienes residen en las cercanías de los liceos Manuel María Castillo y Ercilia Pepín, están viviendo momentos de zozobras y de peligro, a consecuencia del festival de protestas, paralización de labores y enfrentamientos a tiros y bombas entre estudiantes y agentes policiales.
Los vecinos de esos centros educativos maldicen los métodos de las protestas, razón por lo cual el Felabel y los restantes grupos estudiantiles están compelidos a revisarse para evitar tragedias que todos tengamos que lamentar.