Ustedes se imaginan aunque sólo sea por unos momentos que, por caprichos evolutivos de la naturaleza, los gatos hubieran logrado desarrollar su cerebro hasta alcanzar los 1.500 c.c. de masa encefálica y hubiera surgido entonces el gato sapiens, creciendo cinco o seis pies de altura, conservando su posición horizontal, sus cuatro ágiles patas, su hermosa y peluda cola, y por ende, el mundo actual estuviera dominado no por los humanos, sino por esos ágiles felinos.
Lo primero que se nos ocurre pensar es cómo serían sus sociedades y qué rasgos tendrían como elementos más característicos y distintivos. Seguro que entre el colectivo gatuno abundarían los personajes individualistas, los del sexo masculino serían bastante peleones, haraganes y egoístas, amantes de las parrandas nocturnas, sin muchas relaciones entre sí, y poco agradecidos, pues como se dice popularmente, los gatos no miran hacia arriba para no ver quien les da de comer.
La gran pasión deportiva sería la caza, sobre todo de ratones, pájaros y lagartijas, por lo que las tiendas dedicadas a la venta de cebos a base de queso, trampas, cepos y jaulas abundarían tanto como los colmados entre nosotros.
Es probable también que fueran buenos pescadores por lo mucho que le gustan los pejes en general y sobre todo las ricas sardinas, pero no los atraparían con embarcaciones de alta mar, sino desde la orilla y con cañas muy largas para no mojarse ni un solo dedo de los pies.
En la comida serían bastante mañosos, ya que no se conformarían cualquier cosa, y los platos preferidos serían de ratón en sus diversas variedades, y en especial, el carpaccio crudo, en consecuencia tendrían enormes granjas de cría de roedores como hoy los humanos lo hacen con los pollos, los pavos o las codornices.
Es probable que en sus casas, el agua fuera escasa y que no tuvieran duchas, ni mucho menos baños, pues los gatos nunca han sido demasiado amigos del líquido elemento, ni del jabón, y los asuntos del aseo serían cosas de lengua y saliva.
Los perros se volverían animales inferiores para unos gatos de esas dimensiones y no representarían peligro para ellos, por que pasarían de ser canes depredadores de mininos, a realengos perseguidos.
Otro tipo de establecimiento que abundarían serían las tiendas de juegos, especialmente con ovillos gigantes, hilos sueltos y cualquier otro aditamento que tuviera movimiento y los compradores serían tanto los pequeños como los adultos.
Las fábricas de tumbonas, de sofás y cojines serían otros negocios prósperos en un mundo felino, pues la comodidad y cualquiera de los accesorios para una vida muelle estarían por encima de todo.
Los delitos más destacados entre ellos de serían, en primer lugar el robo, especialmente los filetes en las carnicerías, seguidos de las peleas por asuntos de rivalidad amorosa que llenarían las comisarías de gatos con caras arañadas y orejas medio desprendidas.
Las semanas serían de tres días de trabajo y cuatro de fiestas, siendo sus tareas poco productivas por cuanto las siestas prolongadas durante sus labores disminuirían el rendimiento. Los negocios de cuidados de uñas o la colocación de las postizas, florecerían muchísimo más que en la actualidad, lo cual ya es bastante decir. Posiblemente las habitaciones conyugales estarían fuertemente insonorizadas para evitar los aparatosos aullidos de amor y las casas tendrían tejados amplios para realizar sus cortejos prenupciales. Por último, en asunto de profesiones adivinen cuál sería la más preferida por encima de la medicina, la ingeniería y la abogacía: ¡la política! ¿Por qué? piensen, y por favor, recuerden que estamos hablando sólo de gatos. De los de cuatro patas.