Entristecidos todos, el sábado 20 de julio centenares de personas asistieron a la catedral Santa Ana, a escuchar la misa de cuerpo presente en oficiada al Maestro Élvido Lora Abreu, el padre Moncho (Ramón Alejo), con la sabiduría y paz que lo caracteriza ofreció el sermón más atinado y oportuno para la ocasión la cual titulamos La Trascendencia de la Vida de Élvido Lora Abreu.
Lora Abreu, recibió dignos reconocimientos que resaltan su vida productiva que tuvo en diferentes instituciones sociales a las que sirvió.
EL JAYA, también tiene obligación de resaltar el ejemplo de vida y superación que significó para la sociedad francomacorisana el maestro Lora Abreu. Este medio tuvo la oportunidad de recibir sus valiosos aportes y colaboraciones. Además fue en varias ocasiones protagonista de nuestras páginas con sus propuestas y galardones magisteriales recibidos en su hoy interrumpida carrera académica.
En un intento de reconocerle reproducimos la semblanza de vida que preparó su hermana Maridalia Lora Abreu en ocasión de la misa de novenario.
“Élvido Lora Abreu, nació el 3 de enero de 1980, en San Francisco de Macorís, hijo primogénito de los señores Antonio Lora Lajara, proveniente de la comunidad de Atabalero, y de Máxima Ramona Abreu, oriunda del paraje Madrid, sección de Cenoví.
Tenía dos hermanos mayores, Yralsa y Amaury, procreados por su padre en un matrimonio anterior. A sus 6 años vio nacer a su hermana Maridalia y a los doce, a su otra hermana, Bethania.
Creció en un hogar humilde, pero apegado a los valores cristianos, sus padres le inculcaron la honestidad, responsabilidad y ese amor por los demás…. De su padre heredó la alegría y la jocosidad que tanto lo caracterizaban, mientras que de su madre la solidaridad y dulzura.
Su interés por los estudios lo despertó a temprana edad, siendo sus padres sus primeros maestros, pues gracias a ellos ya a los cuatro años sabía leer y escribir, ingresando a los cinco años al Colegio Juan Pablo Duarte, para realizar el primer curso de primaria, pero su inteligencia era tal, que a las dos semanas fue promovido al primero adelantado, y a los tres meses se encontraba ya cursando el segundo curso.
A partir del cuarto año de la primaria estudió en el Colegio Jesús Salvador, donde siempre obtuvo excelentes calificaciones, lo que provocaba que sus amiguitos del barrio alegaran que las lograba por estudiar en institución educativa privada, por lo que pidió a sus padres que le permitieran realizar el sexto año en la escuela Paulina Valenzuela, a lo cual ellos cedieron y lo terminó con todas las asignaturas aprobadas en 99 y 100, regresando nuevamente a culminar el nivel medio en el indicado colegio.
Los estudios de bachillerato los hizo en el Liceo Ercilia Pepín Matutino. Los superiores en el Recinto San Francisco de Macorís de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, donde cursó carrera de licenciatura en Educación mención Filosofía y Letras, tiempo en que su familia recuerda se sentaba en el patio de la casa a pasar todo el día leyendo, llegando a devorar varios libros por día. Por sus méritos académicos, fue reconocido por la UASD en los años 2001 y 2002, finalizando su carrera en el 2003, mismo año donde inició su labor docente en el sector público, siendo nombrado como profesor en la Escuela Básica La Yagüiza, en horario vespertino.
Al año siguiente de recibir su título universitario, en 2004, impartió docencia en el Colegio Renacimiento.
El año 2004 fue muy significativo para Élvido, pues tras varios años de noviazgo con Diliana Sharina Tavárez Vásquez, contrajo matrimonio el 18 de diciembre de ese mismo año, recibiendo la bendición divina para formar su propia familia, jurándole amor eterno, promesa que cumplió a cabalidad, pues todos los que lo conocimos fuimos testigos de cómo demostraba cada día su amor genuino hacia ella, cuidándola y respetándola.
Fruto de su unión y de ese inmenso amor entre ambos, procreó a su amada hija Noelia Maxibel, que vio nacer el 2 de marzo de 2006. Noelia, la luz de ojos, una niña que protegía, que la estaba criando con los mismos valores que les fueron inculcados a él, predicando cada día con el ejemplo, de ese hombre sensible ante las problemáticas sociales, de ese que no le tenía amor al dinero ni a las cosas materiales, su fin más bien era el de subsistir y ayudar a los demás.
Continuando con su labor docente, en el 2004 inició como profesor del Colegio Pedro Francisco Bonó de la Universidad Católica Nordestana (UCNE), donde lo llegaron a reconocer como profesor del año, y el cual dejó debido a que le fueron completadas las dos tandas y trasladado a la Escuela Santa Ana, en la cual aún permanecía.
En dichos centros educativos, llevó el pan de la enseñanza a cientos de niños y adolescentes, que hoy lo recuerdan como un profesor abnegado, muchos de ellos, a pesar de los años de haber sido sus estudiantes, han llorado con la triste noticia de su fallecimiento, porque su labor trascendió, más que un maestro era un consejero, amigo y para muchos de sus alumnos, era como un padre.
Por su destacada labor docente fue reconocido en el año 2013, obteniendo el primer lugar del premio al mérito magisterial Eugenio Cruz Almánzar.
Su amor por los estudios, el deseo de superación y de preparación lo llevaron a realizar de 2010 a 2012, la Maestría en Lingüística Aplicada a la Enseñanza de la Lengua Española en la UCNE, gracias media beca que le otorgó el Instituto Nacional de Formación y Capacitación del Magisterio (INAFOCAM), y la otra media beca que le ofreció la misma Universidad.
Al completar los estudios de postgrado, participó del llamado a concurso externo para profesor de su alma máter, la UASD, cuya aprobación lo llevó a impartir cátedras de Lingüística y Letras Básicas en los Recintos de Bonao y la sede en Santo Domingo, estando desde hace varios semestres dando docencia en el Recinto San Francisco de Macorís, donde también llegó a impartir módulo de Metodología de la Enseñanza de la Lengua Española, en maestría en Lingüística.
En la UASD también se destacó, sus secciones se mantenían repletas de estudiantes, eran muchos los que manifestaban su preferencia con él para cursar las asignaturas.
Ejerció su pasión docente hasta el último día en que estuvo de pie, pues ese sábado 15 de junio, fecha de su trágico accidente, impartió clase en la mañana en la Especialidad en Lengua Española y Literatura con Orientación a la Enseñanza, que la Universidad Abierta para Adultos (UAPA) imparte en esta ciudad con el auspicio de INAFOCAM.
No se puede dejar de mencionar al joven inquieto, temeroso de Dios y al líder. Desde la Urbanización Ribera del Jaya participó activamente en Pastoral Juvenil, perteneciendo siempre a la directiva y llegando a coordinarla. Desde el grupo Nueva Generación, en ese entonces perteneciente a la parroquia Santa Rosa de Lima, trabajó arduamente promoviendo el valor de la fe en los jóvenes, pasando más adelante a colaborar también en la estructuración de la iglesia de la indicada comunidad, cuando pasó a ser Parroquia, hoy Espíritu Santo.
También hay que resaltar al atleta, a ese niño, adolescente y joven enamorado del basquetbol, a ese hijo del Ribera del Jaya, cuya cancha lo vio crecer y que él nunca abandonó. Élvido supo salir a las calles, tocar puertas pidiendo para acondicionamiento de su cancha, para poder ver a todos los jugadores con las herramientas necesarias para ejercitarse, apoyando cada torneo, cada intercambio y cada una de las acciones que desde el Club Recreativo y Cultural Ribera del Jaya se realizaba. Será siempre el eterno número 15, número que usaba siempre en sus camisetas por su admiración a Latrell Sprewell, aunque últimamente sentía lo mismo por James Harden (La Barba).
Por sus aportes al desarrollo cultural, en el año 2003 recibió Premio Provincial de la Juventud (Duarte), por la entonces S
ecretaría de Estado de la Juventud, lo que lo llevó a participar como nominado al Premio Nacional de la Juventud del año siguiente.
En la Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2003, fue galardonado con el Premio Nacional de Ensayo “Mi País, la identidad del joven dominicano”, cuyo ensayo sobre la historia de San Francisco de Macorís reposa en un libro publicado por el Ministerio de Cultura.
En el 2004 participó como miembro Comité Organizador Fiestas Patronales Santa Ana 2004.
En el aspecto literario, llegó a publicar decenas de artículos en la desaparecida revista Intelectu, así como también en el periódico EL JAYA, en ese último también laboró como corrector de estilo al igual que en la Revista Caras.
En 2017 el Departamento de Cultura y la Biblioteca Hilma Contreras del Ayuntamiento Municipal de San Francisco de Macorís, lo reconoció en el marco de la celebración del Día Internacional del Libro, por sus aportes a favor de la cultura a través de sus producciones literarias.
Su sensibilidad humana, quedó en evidencia, cuando estimulado o instado por su suegro el Prof. Juan Tavárez (Chino), pasó a formar parte de un núcleo de jóvenes que estudiaban un documento denominado la nación truncada, autoría de Fidelio Despradel y Aniana Vargas. En este círculo de estudio además de Elvido, participaban: su esposa Diliana, sus amigos Juan Carlos Pérez (Pepe Luis), Yeury Smith, Edwin Holguín, su cuñado Francisco Tavárez, entre otros.
Más adelante, ya en el 2008, participa activamente en la campaña electoral que buscaba llevar a la presidencia de la República al doctor Guillermo Moreno. En el 2009 para cuando se funda Alianza País, Elvido se convierte en parte de los fundadores de ese Partido, convirtiéndose en un destacado y entusiasta joven dirigente del mismo.
El 29 de junio 2019, el Club Ribera del Jaya otorgó reconocimiento al profesor Elvido Lora, por su esfuerzo y aportes a favor del desarrollo del deporte en esa comunidad.
Al momento de su deceso tenía inscrita su candidatura a Diputado por la provincia Duarte, posición que quería ocupar, apegado a sus principios éticos y morales, y a los de su partido, y al deseo de que el cambio de rumbo de la República Dominicana se convierta en una realidad.
Era un joven diferente a la gran mayoría, un luchador de las mejores causas y defensor del medio ambiente.
Murió en su hogar, el 19 de julio del presente año, luego de haber pasado treinta días en la Unidad de Cuidados Intensivos, a causa del horrendo accidente del que fue víctima el 15 de junio, junto a sus suegros Juan Francisco Tavárez (Chino) e Isabel Vásquez (Nena), así como también de su esposa e hija.
Despedimos a Élvido con la satisfacción de saber que vino a la tierra a dejar un legado. Que siempre recordaremos al hijo cariñoso y preocupado por sus padres, al primero en llegar cuando uno de ellos se enfermaba; al hermano protector, que vio nacer sus hermanas menores, a quienes cuidaba celosamente, apoyándolas en cada paso de su vida y siempre manifestando su amor.
A ese esposo y padre entregado a su familia, que lo veíamos andar agarrado de la mano de su esposa, a quien nunca maltrató ni alzó la voz, y a ese padre que se preocupaba en dar la mejor educación a su princesa Noelia. Ese que al producirse el accidente que le cobró la vida, las abrazó para protegerlas.
Extrañaremos a ese ser humano alegre, que con sus ocurrencias era el alma de cualquier fiesta, pues era inevitable reír con su gracia. Extrañaremos al intelectual, que con su pluma trazaba hermosos versos, al pensador; al maestro de maestros, al excelente ser humano…
En nombre de las familias Lora Abreu y Tavárez Vásquez, agradecemos a todos los familiares y amigos; a las diferentes instituciones y gremios que han brindado su apoyo, entre ellos la UASD, FAPROUASD, ADP, Escuela Santa Ana, Club Ribera del Jaya, Alianza País…, a sus colegas, compañeros de trabajo, estudiantes, a los vecinos y a todas las personas que conocieron de él y otros que sin conocerlo se han solidarizado con la penosa pérdida.
Gracias al pueblo de San Francisco de Macorís. Muchas gracias.
Élvido vivirá siempre, porque vivió para ser recordado.