En cierta ocasión dijo un hombre de negocios “La honestidad es una reliquia del pasado; quienes se empeñan en demostrarla están condenados al fracaso.”
Al principio ser deshonestos parece proporcionar excelentes resultados. Aparentemente nadie se resiste a disfrutar de ciertos lujos o ganar un poco más de dinero, la tentación está latente cuando se presenta la oportunidad, aunque sean poco éticos los medios.
Hoy día la presión constante por maximizar las utilidades en el mundo con una grave crisis, no solo económica sino también moral y con el constante cambio de las tecnologías para mantenerse a flote. Sin dudas la presión para alcanzar los objetivos y metas fijados es muy grande. En el mundo cada día son más grandes las estadísticas de presos por corrupción quienes confiesan que tenían que hacerlo porque de lo contrario se arruinarían.
Para ser deshonesto no se necesita mucho esfuerzo porque los clientes, o compañeros de trabajo , lo exigen o lo insinúan para lograr el contrato o cualquier otra situación que invite a transitar el camino más rápido, el soborno, el chantaje o hasta un regalo. De hecho hay culturas en la que las operaciones según su envergadura borran la línea entre lo que es honesto y lo que no lo es. Hay personas que se niegan a realizar o retrasar el trabajo en caso de no recibir un favor de cualquier índole.
Algo que parece paradójico es que quienes cometen actos de tal magnitud no se consideran deshonestos, sino estrategas, porque actúan lo suficientemente mal como para obtener beneficios, pero lo suficientemente bien como para engañarse pensando que son honrados.
La falta de honestidad la consideran normal, necesaria y aceptable, siempre que no la descubran. Todos los que piensan de esa forma justifican y minimizan sus faltas acallando su conciencia pensando que todo está bien hasta tanto no se les pase factura.
Esta época se caracteriza por la competitividad, la presión para demostrar ser exitoso, no hay límites cuando la tentación parece irresistible y se imita la cultura de maximizar el resultado en el menor tiempo posible, lo cual en modo alguno implica evaluar si es correcto ser honesto aunque se tenga que nadar contra corriente.
Todo comienza en casa tomando de la nevera el jugo del cual hacen uso sin preguntar. En la escuela se copian los exámenes y se obtienen calificaciones cuyo resultado sería diferente si se pusiera en práctica la honestidad.
No actuemos conforme a lo que reconoció un ejecutivo de supuesto éxito quien dijo ”Aunque la falta de honradez es mal vista cuando queda expuesta, se considera aceptable si logra mantenerse oculta. La gente considera brillantes a quienes encuentran la manera de conseguir lo que quieren a como de lugar, pues admiran su ‘creatividad’.
Contrario a este ejecutivo a quien no citamos por nombre, practiquemos la honestidad conforme a una frase que en cierta ocasión dijo el afamado cantautor Facundo Cabral ”Si los malos conocieran que buen negocio es ser bueno fueran buenos aunque sea por negocio”. Ser honesto es un valor mediante el cual logras tu propio bienestar ya que actúas como sientes y piensas y sobre todo contribuyes a elevar tu nivel de conciencia por tanto te convertirá en un colaborador del mundo que te rodea.