Esta semana se inician los días que la liturgia cristiana dedicada al memorial de la pasión, muerte y resurrección de nuestro Sr. Jesucristo, para ascender hasta la diestra de su padre y empezar su reinado celestial.
Tiempo de reflexión cristiana, en la que prometemos honrar este sacrificio invaluable, que pagó el Mesías por el rescate de la humanidad del pecado original.
A nosotros nos corresponde ser mejores seres humanos, mejores ciudadanos y amar a nuestra República Dominicana, por lo que esto implica arrancársela de las manos a los depredadores que la están despedazando, destruyendo la simiente de su esencia como nación vivible.
Se levanta la voz colectiva de la nación, indignada por los actos inaceptables de corrupción, que el diarismo dominicano se hace eco, tras las investigación realizadas por auténticos periodistas que han decidido desnudar a uno de los gobiernos más corruptos en toda la historia republicana, con el consentimiento y defensa del partido gobernante, así como con el silencio cómplice de su candidato presidencial.
He leído la rueda de prensa del PLD, en defensa de un funcionario público y prominente miembro de ese partido, acusado por actos impúdicos en la administración pública, financiamientos a campañas de candidatos internacionales, sobornos a presidente de otro país, a la vez que contrataciones que desbordan la imaginación de cualquier mortal.
Estoy de acuerdo con la solidaridad de los partidos con sus dirigentes, militantes y simpatizantes, pero quizás el silencio no comprometedor era más elocuente antes los ciudadanos dominicanos, que el partido asumir estas acciones como una labor patriótica y a la vez acusar al candidato opositor de orquestar una campaña de descredito, nos preguntamos, ¿Cuál descredito? Si ya no hay ningún crédito, ni reservas antes el electorado nacional, todos los pecados mortales proscrito en los manuales de ciencia política y conducción de estado han sido cometidos.
La sociedad dominicana, sin excepción de sectores de clases, desean un cambio en la conducción del estado dominicano, la historia que es la Ciencia del Cambio, revela que cuando un gobierno es compromisario de latrocinio contra la nación misma, pierde la esencia que le dieron la razón para la rectoría de la cosa pública.
En las democracias el pueblo es el soberano, quien no es verdad que les dará patente de corso, para que continúen degradando el estado dominicano, hasta los niveles de descredito nacional e internacional en que estamos, a tal grado, que Transparencia Internacional nos coloca en el ranking de los países más corruptos del mundo, con todas las consecuencias para la imagen del país, no solo desde el punto de vista de la honorabilidad como nación, sino, también nos perjudica para la cooperación internacional y frente a las calificadoras de riesgos. Como he dicho en otras oportunidades y repito una vez más, que al PLD y el Presidente construirse un blindaje a través de una justicia unipolar, unicolor, comprometida con él y su partido, el país pierde lo que se llama “Garantía Jurídica”, que es un elemento fundamental para el flujo de la inversión extranjera.
El cambio es inminente, Hipólito y el PRD, deben estar consciente de que tendrán una segunda oportunidad, por lo que es hora del compromiso solemne no con un partido, ni partidos aliados, sino con la sociedad dominicana, que transitaremos por una nueva ruta transparente como gobierno, para la recuperación de la credibilidad y honorabilidad de la nación dominicana ante el mundo y su concierto de naciones que observan este espectáculo denigrante para el partidismo contemporáneo, que es el depositario de los pueblos por delegación del poder del estado.
Las inconductas de estado sin sanciones, no solo dañan a la sociedad dominicana y sus instituciones, sino, que constituyen “una cicatriz en el rostro de la democracia latinoamericana”.
Señoras y señores, el cambio se ha convertido en una necesidad nacional, los estrategas del candidato oficialista le hicieron un daño a su imagen, cuando este asume el discurso político del cambio, pues, el es la continuidad de lo que está mal y compromisario de su partido que es el garante electoral del gobierno de Leonel y Félix Bautista.
