Hace ya unos cuantos años se puso de moda un curiosos merengue cuyo tema era el de un limpiabotas que proponía ofrecerle sus servicios a una persona que calzaba unos zapatos de los llamados ¨ tenis ¨.
El estribillo de la canción, muy pegajoso a nivel popular y que gozó de una gran popularidad musical en su momento, consistía en una pregunta ¿Señor, va a limpiar? y la consiguiente respuesta ¡¡ Estúpido, estúpido, no ves que todo tenis!! Esto viene al caso por una divertida anécdota que me contó un amigo, ahora un excelente profesional, cuando era mozalbete y vivía en una ciudad del interior. Resulta que como todo muchacho adolescente siempre tenía las expectativas de salir con muchachas atractivas pero más mayores, que por sus pocos años y aunque nada feo, estaban fuera de su alcance amoroso.
El asunto es que él veía como muchas jóvenes de su pueblo se derretían y suspiraban por los músicos de una banda local, que gozaban de mucho éxito en aquel entonces. Ya se sabe que el aura de artistas, y más si son cantantes, siempre ha tenido gran aceptación entre las fantasías del público femenino. Así las cosas mi amigo, ni corto ni perezoso, se propuso entrar en la orquesta del pueblo a como diera lugar, y aprendió de manera rudimentaria a tocar la güira, como instrumento más a mano en el momento, y a vocalizar alguna canción sencilla, e insistió una y otra vez con los músicos y en que le dieran una oportunidad, quienes lo rechazaban por su corta edad e inexperiencia.
Pero como el que la sigue y la persigue, y el cántaro tanto fue a la fuente que al fin se rompió, un día lo llamaron para que formara parte del grupo en una presentación que la orquesta tenía en las más importantes fiestas populares de la ciudad. Ni que decir tiene que mi amigo dio saltos de alegría y vio el cielo abierto a la fama, con su nombre en grandes carteles, contratos locales e internacionales, viajes a los cuatro continentes, dinero a montones y, sobre todo, miles de mujeres hermosas rendidas a sus pies.
Así que llegado el día del debut, instrumento en mano, le instruyeron sobre la parte que tenía que decir del merengue. Comenzó el espectáculo y resulta que el muchacho tenía que hacer el papel del limpiabotas en la canción y solamente tenía que decir ¨ Señor va a limpiar ¨, ¨ señor, va a limpiar ¨ mientras que el cantante principal le respondía muchas veces a lo largo de la pieza ¨ y entono despectivo «Estúpido, estúpido, no ves que es todo tenis».
Cuándo se acabó la canción resultó que además de ser menor de edad para asuntos de enamoramiento, era además de un joven demasiado joven, el estúpido limpiabotas de la canción que no veía que los zapatos eran todo tenis, con lo que sus ya pocas posibilidades de conquistador masculino, disminuyeron a cero por bastante tiempo, pues ya se sabe cómo son los pueblos con estas cosas de los sambenitos. Así que como dice el refrán castellano, fue por lana y salió trasquilado, es decir se propuso una meta y consiguió todo lo contrario.
De ahí podemos sacar una buena lección, hay que estar en el tiempo y con la madurez adecuada para emprender muchas aventuras en nuestras vidas, sino queremos fracasar. Si bien hay que decir en honor a la verdad, que mi amigo cuando se hizo más hombre y maduró lo suficiente, pudo resarcirse con su buena figura, su sentido musical y su excelente sentido del baile, de aquel percance sobre la tarima. Hoy, todo ingeniero, con una linda esposa y varios hijos, cuenta entre risas esta historia, que con más o menos acierto, trató de pasarla a los amables lectores. Por cierto, tengo una pregunta que hacerles: ¿Señores van a limpiar? traten de no contestarla, pues creo que ya me se la respuesta.