En un país donde se tiene la percepción de que nada funciona bien o que nada sirve, existe una entidad del Estado que bien valdría la pena valorar como positiva y eficiente: me refiero al METRO de Santo Domingo. El objetivo de este escrito no pretende resaltar las bondades de esa institución lo cual es su deber hacerlo bien como hasta ahora lo ha venido haciendo, sino preguntarme por qué todo lo demás no funciona igual.
Conozco bien el METRO desde el primer día de estar operando y me encantó. Desde entonces lo uso a menudo; es más, me atrevo a afirmar que es mejor en cuanto a limpieza, organización y respeto que el de NY y otros estados de Estados Unidos de América.
Ya dentro del Subway el usuario habitual se transforma de manera drástica, cumple al pie de la letra todas las reglas que allí están establecidas. La basura que comúnmente lanza a las calles, a las cañadas o los ríos no se observa en el METRO, no escandaliza como lo suele hacer en el barrio donde habita. Ese mismo ciudadano cede los asientos a las embarazadas y a los envejecientes. De verdad que a veces en mis reflexiones esa actitud poco común en las gentes me desconcierta, y vuelvo y me pregunto, el por qué otras instituciones no imitan el sistema metro.
A la justicia dominicana, incluido el ministerio público le caería bien implementar ese sistema, se acabarían los no ha lugar a favor de los políticos corruptos, así como las sentencias selectivas, o sea, mediría con la misma vara a ricos y pobres.
–Qué sería del tránsito público y privado en las calles de las principales ciudades del país aplicándole la regla METRO…
Ni hablar de los tránsfugas políticos que abundan como las plagas sin ningún tipo de control. Por supuesto no se atreverán a robarse el dinero del Estado dominicano debido a que el sistema METRO no permite lo que el Dr. Balaguer una vez llamara indelicadeza y que al día de hoy se ha convertido en mega corrupción sin sanción.
Comente esta publicación