Bendiciones, que bueno poder encontrarnos nuevamente a través de estas líneas, en estos momentos de tanta incertidumbre quiero conversar contigo sobre dos pilares muy importantes en este tiempo, La fe y la Perseverancia.
“Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene oídos para oír, oiga.”
Cuando vemos la forma en que Jesús enseña a través de las parábolas podemos observar que su intención era forzar a una conversión genuina ya que al oír solo con los sentidos naturales ósea oídos, solo la mente es tocada y esto no genera conversión. La conversión es un cambio profundo que logra colocarnos en la posición de poder ver lo que a Dios le interesa y no solo lo que nuestras necesidades demandan. El interés de Dios está conectado con su propósito y el nuestro es superficial está relacionado con nuestras circunstancias. En los tiempos que estamos viviendo, la incertidumbre, la ansiedad y el temor han tocado la puerta de muchos corazones porque su realidad circunstancial ha cambiado drásticamente en cuestión de días. Y es en este momento donde nuestra fe es puesta a prueba para mostrarnos la verdadera condición en la que está nuestro corazón y en quien o en que está realmente cimentada nuestra fe.
“Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? Él respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado. Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.”
Es necesario la conversión del corazón para poder entender las razones de Dios y los misterios del reino, esto lleva un sacrificio en sí mismo porque la vida natural y la vida del espíritu no son compatibles. En situaciones como estas muchas son las preguntas que se hacen, ¿Si Dios es tan bueno porque permite cosas así? ¿Existe realmente Dios? ¿Si Dios es amor porque mueren las personas? Lo que no se alcanza a entender con estas preguntas es que hay un nivel que no se puede entender de manera natural, sino a través de una dinámica relacional con el Dios del cielo, que nos permite conocer su personalidad y atributos, para poder discernir cuando Él está obrando y porque permite que ciertas cosas sucedan.
“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.”
Nosotros según la palabra tenemos la mente de Cristo pero esto no viene de manera automática viene por un proceso y parte de este proceso conlleva la muerte al yo y esto es nuestra carne este es el sacrificio que Dios mismo espera que estemos dispuestos a hacer de forma constante no sólo un día sino todos los días y comienza con negarnos a nosotros mismos para asumir el propósito y la voluntad de Dios. Tiene que ver con la búsqueda insistente de su voluntad para nuestras vidas y morir a nuestros deseos para que Su voluntad se cumpla en nosotros cada día. Cuando situaciones como esta pandemia se dan y nos vemos experimentando temor y ansiedad, es un claro indicativo de que nuestra fe no tenía fundamentos tan solidos como quizás creíamos. Quizás tu confianza estaba en que nada te pasaría porque tenías cierta cantidad de dinero en el banco o porque el negocio iba bien hasta que te viste forzado a cerrar y es aquí donde si meditamos en Dios y en su palabra nos daremos cuenta que lo que llamamos fe está fundamentado en lo que tenemos, en nuestras circunstancias y no en quienes somos como hijos de Dios y su realidad eterna.
La fe es un deposito que vamos acumulando para cuando lleguen momentos como este poder resistir y habitar en la paz de Dios, que sea un deposito significa que para momentos de dificultad tendremos como reserva y defensa la fe que día a día hayamos cultivado al leer la palabra y mantener una vida de oración y comunión con Dios. Situaciones como la que atraviesa el mundo en este momento vienen para mostrarnos que no somos infalibles y que ni todo el dinero del mundo puede dar la paz y seguridad que viene de una relación con el Dios eterno.
Si en estos momentos estas experimentando temor, ansiedad, incertidumbre, es mi exhortación que retomes la relación con Dios donde la dejaste, quizás aún lees la palabra y oras por compromiso y no con la convicción del privilegio que es tener una relación con el Dios todopoderoso que es tu Padre Celestial y anhela tener una relación contigo, este es el momento preciso para dejar a un lado las apariencias y ser sincero delante de Dios y volverte a Él con todo tu corazón, si entiendes que necesitas restaurar tu relación con Dios, quiero guiarte en una oración repite conmigo:
Padre celestial reconozco que mi fe no ha estado fundamentada en ti, en estos momentos me he dado cuenta que no he tenido la relación que debería contigo y me arrepiento, te pido que perdones mis pecados, creo en el sacrificio que Cristo hizo en la cruz para darme salvación, perdón de pecados y vida en abundancia. Hoy hago el compromiso de tener una relación contigo, de buscarte y conocerte más, en el nombre de tu hijo Jesús, amen.
Si has hecho esta oración estas en la posición correcta para empezar de nuevo y tener la relación que tu Padre Celestial siempre ha anhelado tener contigo, busca una iglesia donde congregarte, haz el hábito de leer su palabra y establece relaciones con personas que reten tu fe.
¡Te bendigo con paz! Hasta la próxima edición.