La verdad es que silbar el himno de un país, el español o cualquiera que sea, en un acto oficial, como viene ocurriendo en los últimos tiempos en Catalunya, es una falta de respeto. La misma falta de respeto que tuvieron con el himno catalán cuando, durante décadas del franquismo lo prohibieron interpretar en acto ni parte alguna de este territorio, lo cual equivale a algo mucho peor que una pitada, pues constituye, en la mordaza del silencio, un agravio al alma de la nación catalana.
La orquestación del himno español en Catalunya es cada vez más breve, y se ha reducido a sólo unas notas para evitar las manifestaciones hostiles del público catalán, que son ya una constante, y que laceran, enervan y desquician, no sin parte de razón, a las autoridades del Gobierno central y de los españolistas, que estén presentes y también de los ausentes. El vicepresidente de la Marca España después oír la resonante pitada al himno español en la ceremonia de inauguración de los pasados Campeonatos Mundiales de Natación celebrados en Barcelona, escribió en el twiter ¨ Catalanes de mierda, no se merecen nada ¨ comentario este que desató una avalancha de respuestas de todos los olores, sabores y colores, que le costó la inmediata destitución de su cargo. De seguir esta tendencia de repudio a los símbolos españoles en Catalunya, pronto no tocarán ni el himno, tal vez lo coreen y tarareen un poco unos cuantos funcionarios, los de más fuste, cara y aguante, y basta con los protocolos españolistas, que el horno nacionalista catalán no está para bollos.
Y no sólo se le hace el ¡fiiiuuuuuuu! al himno o a la bandera de España, los catalanes pitan ahora al Presidente, a sus ministros, al Rey, a la Reina (a quien silbaron hace poco en un concierto protagonizado en el Palacio de la Música Catalana de Barcelona) y a cualquier miembro de la familia real que asistan a un acto multitudinario. Ya casi nada o nadie que represente a España se libra de esta maleducada pero genuina expresión de rechazo popular en Catalunya.
Pero tal vez, en lugar de insultar a los que los insultan, como en el caso del funcionario destituido, todos los pitados y no pitados, presidentes, reyes, ministros, y los ciudadanos en general, deberían preguntarse muy seriamente qué han hecho ellos y sus antecesores para merecer este rechazo de los catalanes, porque las cosas no suceden ni vienen así porque así en la vida, y acordarse del refrán tan español aquel, muy válido para esta ocasión, de quien siembra vientos recoge tempestades.
Durante muchos años, décadas y más décadas, se han sembrado malos vientos en Cataluña, demasiados vientos en contra, que van desde las antiguas prohibiciones de enseñar en lengua catalana, bailar la Sardana ( la danza nacional), la interpretación de Els Segadors ( himno oficial de Catalunya), hasta las más recientes del boicot al consumo en España de los productos catalanes, al fomento descarado de la catalanofobia por parte del partido gobernante, el Partido Popular, el vergonzoso recorte del Tribunal Institucional al Estatuto catalán aprobado previamente por el Congreso de Catalunya, por un referéndum popular ¡y hasta por el Gobierno español de Madrid!, las amenazas, solapadas o directas, de algunos militares de invadir Catalunya con tanques y aviones, a rebajar el papel de la lengua catalana en la educación a nivel de ¨ especialidad ¨, hasta los verdaderos expolios fiscales que han dejado a Catalunya en una difícil situación económica.
Ahora toca cosechar los frutos en forma de tempestades de desafectos, en forma de bochornosas pitadas, y en exaltamientos a los sentimientos independentistas que, ya sin temor alguno, se manifiestan públicamente en forma de banderas -llamadas esteladas- ondeando en fachadas y balcones de toda Catalunya. Sentimiento este que es capaz de lanzar a la calle a un millón y medio de personas con los impresionantes gritos de IN, INDÁ, IDAPANDENSIÀ (independencia) los 11 de Septiembre, fiesta nacional de Catalunya.
Y ni digamos en el histórico Concert per la Llibertad del pasado mes de junio celebrado en el estadio de fútbol del Camp Nou, en Barcelona, donde 90.000 independentistas catalanes demostraron a voces, cantos y millares de senyeras (banderas catalanas), una vez más, el sentimiento irrestricto de toda una Nación pidiendo una Catalunya libre y soberana. Catalunya tiene la virtud y el defecto de no olvidar, y es bien conocida históricamente por sus terribles venganzas cuando es ofendida y traicionada. Y si mucho duraron los tiempos de los malos vientos, mucho más van durar los de las tempestades. Porque estas, son consecuencia de aquellos, y mucho más devastadoras.