Ante la alarmante realidad que nos concierne como habitantes de este país, permitirnos una actitud pasiva no traerá las respuestas que buscamos. El fenómeno de la sequía provocado por el maltrato a nuestros ecosistemas nos pone enfrente el resultado de nuestro descuido. Y partícipes somos del descuido en la medida en que no somos agentes de acción o no compartimos consciencia.
El río Jaya, arteria vital de San Francisco de Macorís, durante años ha sufrido de la indiferencia del macorisano. A pesar de los esfuerzos realizados por la Fundación Río Jaya y demás entidades medioambientalistas de la zona, el irrespeto hacia el Jaya por parte de la dirección provincial del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, dirigida en la actualidad por Juan Pablo Figuereo Solís, y la ignorancia puesta en práctica de los habitantes colindantes con el río han provocado que el mismo quede reducido a un paupérrimo chorro de agua que se desliza entre desechos.
Edificaciones se levantan a metros del río con el permiso de la dirección provincial del Ministerio de Medio Ambiente; aguas negras desembocan en él sin miramientos; negocios como gomeras y car washs se instalan en su ribera y arrojan toda basura imaginable sin temor a alguna consecuencia. ¿Hasta cuándo esto?
Ecologistas como Esperanza Pichardo se han ofrecido de manera desinteresada durante años a la causa de proteger el legado natural de nuestro municipio. Y a pesar de este esfuerzo, el desinterés y la falta de un verdadero compromiso nos devuelven a lo mismo, el estado precario y deplorable del río.
El profesor Élvido Lora Abreu inició la campaña “Salvemos el Río Jaya” a través de su cuenta de Facebook, donde llama a la conciencia de los ciudadanos para cuidar la principal fuente acuífera de San Francisco de Macorís.