Estamos en tiempos “modernos” y en épocas distintas, suelen decir los jóvenes de hoy, para referirse a muchos temas, especialmente en lo relacionado con la sexualidad. También hay que añadir que nos encontramos en una sociedad “liberal”, donde lo importante, aparentemente no es la búsqueda de la felicidad como tal, sino hacer cosas para sentirse “bien”, cómodo y emocionalmente tranquilo, aunque en el fondo no se tenga conciencia de lo que es bueno para el ser humano.
En esa situación, estamos despojando lo puro, lo noble y lo sublime para saciar un apetito momentáneo y sin dirección. Estamos cambiando los valores tradicionales, por la ideología de género, dejando atrás la música romántica, el reunirse en familia, compartir de manera sana y productiva los logros alcanzados. Sí, estamos abandonando muchas cosas por perseguir emociones, sentimientos y deseos que no nos llevaran a ningún lado.
Estamos en el tiempo de “innovar”, con la actitud revolucionaria de promover cosas y realidades que, aunque no tengan un argumento lógico, a pesar que no se le encuentre el sentido o no se tenga claro la razón de su ser, se hace, se promueve y se imita, llevándonos de manera consciente o inconsciente, a quitarle o matarle el sentido del amor a lo que hacemos o queremos. Lo que significa que lentamente vamos eliminando los sentimientos, la admiración por la naturaleza y dejando a un lado la dimensión interior del hombre.
Ya sea por ignorancia, seguimiento o simplemente por decisión personal, el instinto está guiando nuestras vidas. La razón y el sentido común están siendo, en algunos casos, guardados y conservados en un museo, donde es utilizado solo por unos pocos, y la falta de respeto, el atrevimiento y el vivir llevándose a todo el mundo por delante como se suele decir, están a la orden del día, se están volviendo viral.
Se le está quitando la belleza al amor. Ahora es más importante la pornografía, grabar una persona en pleno accidente, hacerse famoso sacando los trapitos al sol de quien se equivocó en su vida, etc. En vez de valorar una flor, contemplar la naturaleza, compartir planes y proyectos, escuchar una hermosa canción o pasar un buen rato hablando con una persona mayor de sus experiencias, se ha optado por lo banal y lo superfluo como única motivación humana.
Le quitaron la belleza al amor y entonces apareció el caos. Ha aumentado el aprovechamiento, y el vivir sin sentimiento, el tener solo la mirada para manipular al otro. La gente se ha resignado, y ha decidido vivir haciéndose sordos, ciegos y los mudos, entonces todo se ha derrumbado: la familia, los amigos, los planes, los proyectos, porque le quitamos lo armónico y precioso de la existencia. Y luego surgen preguntas, aparecen cuestionantes acusadoras: ¿por qué no podemos ser felices a nuestra manera? Precisamente porque la belleza y el amor no tienen manera, solo tienen un nombre: se llaman Dios y atentar contra su creación es tentar contra su propia creación.
P. Luis Alberto De León Alcántara